viernes, 2 de abril de 2010

Aproximadamente 30 personas fueron clavadas a la cruz este Viernes Santo en Filipinas

Filipinas.- Docenas de devotos gemían hoy Viernes Santo mientras se hacían crucificar cerca de otros que se flagelaban la espalda hasta hacerla sangrar en varios pueblos de Filipinas, bastión asiático del catolicismo.
Rommel David y varios amigos del pueblo de San Juan empezaron la conmemoración de la Pasión de Cristo azotándose la espalda con fustas de bambú hasta dejar la carne al rojo vivo.
"Es por mi familia, así no hay enfermedades", comentó el decorador de 36 años, con un pedazo de tela sobre la cabeza y, encima, una corona de alambre con púas.
"Es lo más doloroso que he hecho, pero es por el Señor y es mi penitencia", declaró.
David dice haberse flagelado por sus padres y sus cinco hermanos, y para demostrar su devoción, durante los últimos siete años.
La escena se repitió en aldeas aledañas a la ciudad de San Fernando, al norte de Manila, que se ha convertido en el corazón de la tradición filipina del Viernes Santo.
A la hora del almuerzo, los niños correteaban por las aldeas con el suelo salpicado por la sangre derramada en las flagelaciones.
Aproximadamente 25 personas, entre las que figuraba Mary-Jane Mamangun, de 34 años, fueron clavadas en la cruz en las aldeas de San Fernando, para revivir durante unos minutos la dolorosa crucifixión de Jesucristo.
Mamangun lo hizo 14 años seguidos. Está convencida de que con esta dura prueba ayudó a su abuela a recuperarse de dos achaques y a su hermana, de un cáncer. "Mi abuela tiene ahora 88 años y todavía está sana", contó Mamangun antes de hacerse crucificar.
La penitente aseguró antes y después de su crucifixión que no había sentido dolor cuando los clavos de cinco centímetros entraban a martillazos en sus manos y pies.
Pero la mueca que hizo su cara y su paso por la tienda de campaña médica en la que recibió atención dan una versión diferente.
Hasta 2.000 personas asistieron a esta ceremonia en un clima carnavalesco en el que un altavoz amplificaba los gemidos.
La autoflagelación y las procesiones de fieles descalzos con cruces de madera a sus espaldas son frecuentes en Filipinas durante la Cuaresma, junto con prácticas más tradicionales como acudir a las iglesias o ayunar.

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