jueves, 12 de junio de 2008

Retrato social: «Algo huele mal en Dinamarca»

«El arroz subió de $ 600 a $ 1.380 el kilo», nos decía una vecina y agregaba que con su presupuesto de $ 120.000 sólo podía llevar a su hogar un 40% de lo que solía comprar cada mes para su mantención y la de su familia; esto viene ocurriendo desde ya en forma más incisiva en los últimos meses, las alzas siguen y siguen. «¡No paran señor! Hoy la manzana está a $ 300 el kilo, mañana estará a $ 360 y la otra semana no sabemos a que precio... Todo por las nubes señor. En la casa somos 5 personas, el matrimonio y 3 niños, hemos optado obligatoriamente por no comprar carne, porque sus precios son altísimos, al igual que el pollo y el pescado; cuando mucho debemos conformarnos con las prietas que aún se venden baratas en Carnicería Staub, y que son un alivio para nuestro bolsillo. El pan corriente ya llegó a los $ 1.000 y de los remedios mejor no hablar, señor, un día una receta médica se despacha con $ 5.700, al fin de semana este mismo medicamento cuesta $ 7.500. ¿Qué podemos hacer, señor, con estas alzas que nos golpean tan fuerte en estos duros meses de lluvia y frío?»
Nos preguntan: ¿Cuál es la causa de tantas alzas? Por qué si en todos los diarios y la televisión dicen que Chile es un país rico, que produce diariamente millones de dólares por la producción de cobre, que se exporta a países más ricos que los nuestros, que lo compran para que el metal sea manufacturado y convertido en mercancía cara que Chile -entre otros- debe comprar posteriormente. Explicamos, porque tenemos un Ministro de Hacienda que prefiere guardar la plata en la banca de Estados Unidos para que gane intereses, porque para el Gobierno y para él, lo importante es el ahorro, y no el gasto.
Con el paro de los camioneros se pensó que se iba a suprimir definitivamente el impuesto a los combustibles -para todos-, herencia del gobierno militar que sí lo justificó para mantener las carreteras. Hoy estas están concesionadas y no se precisa de este impuesto. ¿Dónde van a parar estas platas? ¿Por qué a los pensionados se le aplica un descuento que no tiene lógica (el 7%) de sus escuálidas rentas, existiendo gratuidad en la atención para los adultos mayores en el sistema público. Hasta a los Montepíos de los muertos le descuentan el 7%. ¿Y qué pasó con las platas del 10,6% de reajuste a los jubilados, que el entonces Ministro de Hacienda Hernán Bücchi prestó para salvar la quiebra de la banca privada en los '80?
La banca pagó, dijo el Sr. Luksic, dueño del Banco de Chile. ¿Quién se quedó con la plata?

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