jueves, 26 de junio de 2008

Lectura para la casa: Escoger los libros motiva a los niños a leer



¿Qué hacer para que la literatura complementaria que se da en los colegios no sea un verdadero castigo? Al parecer, el secreto está en no obligar y dejar que los alumnos elijan según sus intereses.
«Ojalá que cada vez haya menos niños leyendo en El Rincón del Vago», opina Cecilia Beuchat, profesora y coordinadora del Diplomado en Literatura Infantil de la Universidad Alberto Hurtado.
La audiencia, formada fundamentalmente por educadores, suelta una carcajada. Saben de lo que está hablando: un sitio web en donde en menos de 10 minutos los niños pueden leer resúmenes de los libros que ellos les dan para leer en la casa.
Claro que Cecilia dice que lo terrible no es que los niños lean en El Rincón del Vago. Lo que hay que preguntarse es por qué y qué hace que los jóvenes no se enganchen con el goce de leer. Ese es justamente uno de los desafíos que se planteó en el seminario «Del deber al placer, el sentido de la lectura complementaria en los colegios», organizado por la fundación Había una Vez, Ediciones SM y la Municipalidad de Vitacura.
Todos alineados
Cecilia Beuchat dice que lo importante es pensar y planificar el tema como colegio.
«La lectura complementaria no es una actividad aislada de los profesores de Lenguaje y Comunicación, sino que forma parte integral de un proyecto lector dentro del establecimiento, que debe ser compartido por todos los miembros de la comunidad y por la familia», señala.
Es que los niños no leen básicamente porque no les gusta lo que leen. Y menos les gusta que los obliguen a leer algo que les da lata. Así que la clave, antes de comenzar un proyecto lector en un colegio, es detectar los intereses y motivación de los niños.
«Por ejemplo, en un estudio sobre los intereses de los niños se vio que entre 7º y 8º básico lo que más les gusta son las obras de misterio y terror, pero en la lista de libros sugeridos había un solo libro de este tipo», agrega.
Una opinión que comparte Paola Faúndez, bibliotecaria del colegio Wenlock y magíster en Literatura Infantil y Juvenil.
«El sistema educacional quiere que los niños participen más, entonces por qué no darles un listado y que ellos escojan. Incluso puede ser que en el equipo de evaluación de las listas de libros se incluya a dos o tres niños de distintos niveles», dice.
Por eso no creen en las listas únicas de libros como si fueran útiles escolares. Hay que conocer a cada curso, qué tanto leían previamente, y, a partir de esas características, hacer que los profesores vayan presentando los libros igual como se presenta una nueva película. Y ofrecerles opciones a los distintos niños.
Ahora, la pregunta es: ¿Vale la pena mandar libros para la casa?, ¿no pueden leer sólo en el colegio? Para Beuchat, el sacar los libros del colegio hace que se desprendan de esa aura educativa y se relacionen más con una experiencia gozosa.
Más opciones
Claro que para que esto sea productivo es muy importante hacer un trabajo con los niños antes, durante y después de la lectura del libro. En el antes, lo importante es la motivación; en el durante, la contextualización de los libros, la historia del escritor, el momento histórico, etc. Y en el después, no es sólo hacer pruebas individuales, sino que también actividades grupales.
«Por ejemplo, crear comunidades lectoras, en las que todo el curso se siente y converse sobre el libro; es como el café que uno se toma después de ver una película. A nadie le gusta irse inmediatamente después de salir del cine, lo bonito es compartir miradas».
También habla de colegios que trabajan con sistemas de recomendación, donde los niños van dejando por escrito sus comentarios de los libros para que cualquiera de sus compañeros los pueda leer.
Otras fórmulas usadas en algunos países son los «diarios de lectura», donde cada estudiante lleva un cuaderno con los libros que ha leído, sus impresiones y lo que a él le pasa con el libro, y cada cierto tiempo se junta con el profesor a discutir eso. Y esa es una manera de evaluar.
En cuanto a las evaluaciones, lo importante es entender la lectura complementaria como un proceso donde no se pueden esperar resultados de la noche a la mañana. «A veces no es necesario poner nota por cada libro, sino esperar tres meses y ver cómo evoluciona ese niño que al principio no quería leer nada y que finalmente termina preguntando qué otro libro puede leer ahora», sostiene.
Rol del profesor
Aunque parezca obvio, una de las bases para incentivar la lectura en los niños es que los profesores se hayan leído los libros antes y que acompañen en el proceso de lectura de los niños, que se hagan cómplices de su lectura y les pregunten cómo van, si llegaron a esa parte interesante, qué les parece tal personaje, entre otras cosas.
«Los niños deben ver a los educadores no sólo como profesores, sino también como lectores», dice Cecilia Beuchat.
«10 libros complementarios deben leer, en promedio, los niños durante el año escolar».

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