sábado, 14 de abril de 2012

El poder a como de lugar en la SECH

Victoria.- (Eduardo Robledo) El poder, clásicamente en un sentido natural e imperativo ha estado engarzado como producto de la concepción política de nuestra sociedad, por ende también empalmado, a una tienda partidaria, a una heráldica con nombre y apellido, de esta forma decimos quienes somos o a que estamos adscritos, y con el pecho en alto cantamos una canción de gesta internacionalista, embargándonos de orgullo y pundonor con la infaltable piel de gallina de nuestros respectivos brazos; en fin, todo ese universo asimismo, inherente al ejercicio intelectual de los escritores, parece hoy, objeto pretérito, fuera de uso, proporcional al eclecticismo travestista que ronda en la política de nuestro país, horadando por extensión en instituciones como la Sociedad de Escritores de Chile, que en unas semanas más celebrará elecciones internas para el período 2012–2014 con una participación de 29 candidatos; con la consiguiente curiosidad, de que Hasta este momento no aparezca en la arena electoral ninguna lista referente. Este dato distintivo llama tremendamente la atención ¿o será que los clásicos partidos dominantes de la SECH han optado como preferencia estratégica guardar la bandera y omitir ese acervo político, negándolo de frentón para arrancar a como de lugar el voto de electores despistados o de socios que ya no quieren la misma fórmula? Esa implícita vergüenza degrada superlativamente la característica y propiedad que por años la SECH ha mantenido en su interior, como institución cultora de la diversidad del pensamiento, que en los momentos más duros de la dictadura militar supo estar erguida con su opinión ante todo ese vendaval.
Por otra parte, “terceras herencias” han sido refutadas por la comisión electoral, que ha realizado cuidadosos esfuerzos por eliminar manidas costumbres que favorecían a unos candidatos en desmedro de otros, como por ejemplo: la supresión del voto poder que reiteradamente, elección tras elección marcaba una definida tendencia en nuestra urna; también, la exhaustiva constatación de membresías o nóminas que deben enviar los presidentes de filiales a la comisión electoral para ser aceptadas o rechazadas en este acto eleccionario; ya que en años anteriores se incurría en el envío de listas poco verosímiles, malogrando notoriamente la transparencia del proceso. Muchas tretas podrán ser elaboradas para obtener el poder total en la SECH. Pero al parecer, lo que marcará la diferencia en esta ocasión, aparte del debido proceso electoral, será: la formulación de propuestas de alta convergencia con los afiliados, de aquellas que contengan una proyectiva institucional que la sitúe en un escaque central de la vanguardia cultural de nuestro país, de aquellas que permitan fijar la mirada a su interior para emprender la autocritica propositiva en cuanto a una nueva versión administrativa que disponga ordenamientos para la viabilidad de las necesidades que exigen los nuevos tiempos, etc.
Mientras tanto: muñequeo, verónicas, argucias, acomodo de piezas, ninguneos a granel e hipomímicos candidatos, conforman la densa atmósfera por el poder, que por suerte la base de piedra de nuestra casa todavía resiste.

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