viernes, 7 de marzo de 2008
Capitán Pastene y su arquitectura: La expresión del neoclásico en madera
La localidad de Capitán Pastene se ubica en los faldeos de la cordillera de Nahuelbuta, hasta ese lugar llegaron varias decenas de inmigrantes italianos a principios del siglo XX. En una suave loma, se trazó el pueblo con sus anchas calles, pensando en una futura proyección, alternando los nombres de sus arterias de ilustres italianos con personalidades chilenas.
Lentamente se levantó el pueblo, una tras otra las casonas comenzaron a dar forma y definieron el aspecto urbano. Una iglesia conectada directamente con el espacio de encuentro, la plaza, un par de cuadras el molino Rosati, recogía la actividad comercial producto del trigo. Frente a él, la casa del molinero, un castillo renacentista ejecutado en madera de amplias proporciones acentuado por su color amarillo y su techumbre un rojo antióxido. El hall de acceso saliente como el pronaos del templo griego, le sigue una galería vidriada que se desarrolla en un vértice de la vivienda, facilitando su comunicación con el entorno.
En su interior, la casa, sus espacios se crean en función de una mayor amplitud, generando una bóveda decorada profusamente con diversos motivos florales y revestimiento de papel mural importado. Como antesala del comedor se encuentra un piano de cola, en torno al cual se evocaban las melodías de la alegre patria.
Capitán Pastene, presenta de esta manera una arquitectura única, singular en su expresión, que recoge todos y cada uno de los valores culturales que trajeron junto a sus sueños los colonos, almacenados en los rústicos baúles.
Desde su interior, sacaron aquellas líneas y trazados puros, clásicos que fueron siguiendo la veta del raulí y del hualle, conformando un pueblo colmado de arcos de medio punto, creado gracias a este sincretismo cultural nuestra propia arquitectura neoclásica. Nuestro neoclásico es con olor a madera, labrado en cada uno de los hombres y mujeres que contribuyeron a su ejecución, así, vemos columnas, frontones y cornisas. Una de los ejemplos fue la casa de la familia Ricci, ubicada en el sector bajo del poblado, se distinguía por ser un volumen simple, a dos aguas, su particularidad estaba en su fachada que se recogía para dar lugar a un corredor con una sutil presencia de arcos, en su parte superior un balcón con alegorías a la nueva patria recogidas mediante la presencia de estrellas.
En el centro del poblado, se ubica otra manifestación de esta “nova” arquitectura es la casa Villa, don Manuel fue al hábil carpintero que con propiedad supo aprovechar la idea original del dueño. Es una vivienda con una canaleta central y dos cumbres mayores escriben en sus fachadas laterales sus letras iniciales M.V. rompiendo el mito de evacuar las aguas lluvias por los bordes circundantes tal como se realizaba en el resto del pueblo. Su distribución sencilla y su organización básica pero más eficiente en torno a un hall pasillo central determina un esquema claro y preciso extraído con propiedad de los modelos formales de mayores dimensiones encargados por los colonos.
Así, con su golpe de martillo y certero corte de serrucho otorgó un nuevo significado al cálido lenguaje, que descubrió bajo su sencillo cepillo en la veta viva de la madera y en la suave moldura que pulieron con extremo cuidado en cada unos de sus detalles, y que el tacto impertérrito de hoy no puede descubrir.
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