jueves, 12 de abril de 2012

¿ Es Chile un país violento?

Victoria.- (Marta Parra) La violencia ha sido un foco de reflexión permanente desde diversas ópticas y ámbitos disciplinarios, tanto con propósitos académicos como de intervención social y política destinadas casi siempre a los sectores empobrecidos de nuestro país. Con alarmante liviandad se dice en los medios que “hay vándalos que hacen tal o cual cosa”….que los “cobardes y criminales atacan a alguien”…y así... ¿porque si nada más?...Porque no gastamos un poco menos en ésta especie de disco rayado y tratamos de averiguar las razones, psicosociales detrás de esos actos que sin dejar desconocer la culpabilidad de los autores, persisten en diferentes instancias ¡Es que el PAIS está mal !…que reuniones y conclusiones políticas, que solo conocen las cúpulas, no mejoran las cosas. Ya que se ha constituido en un objeto de análisis enfocado exclusivamente a ese segmento de la población, soslayando la violencia de otros sectores y ámbitos institucionales como el Estado que posee los mecanismos de la fuerza y del poder, legitimados socialmente para ejercerla sobre aquellos. Esta legitimación, no está carente de violencia en sí misma, avalada por un instrumental disciplinador como la educación, los medios de comunicación y la construcción del sentido común. Pero lo preocupante es que las formas de violencia, homicidios, suicidios, ataques a las personas, robos entre otros no respetan la condición social, ese umbral ya se ha traspasado con creces…¿Porqué los chilenos que teníamos fama de hospitalarios y buenas gentes ante el mundo, hoy somos cuestionados a nivel económico tanto que somos un “país de riesgo” para los inversionistas extranjeros…y eso cierra el circulo…es decir…seguiremos dando vueltas en nuestras falencias, casi sin darnos cuenta que éste factor social, las propicia.
De hecho hemos podido apreciar que luego de dos guerras mundiales, de la Guerra Fría, de las dictaduras militares en América Latina, el resultado son experiencias que han dejado profundas huellas y secuelas de muerte, destrucción y deterioro en las condiciones de vida de millones de personas.
En tal sentido, la paradoja surge por ejemplo, aún cuando creciendo la economía al nivel que lo hace, y ante la euforia del empresariado nacional, los índices de cesantía y trabajo precario sigan aumentando, estos ejemplos entre muchos otros, no son significados como violencia, así temas como las casas Copeva o Eurolatina son definidos como estafas u otros conceptos eufemísticos que buscan justificar y explicar la dinámica de la economía neoliberal que estratifica y fragmenta socio-territorialmente las localidades. Justificando lo que no tiene justificación. Bajo estos parámetros, el fenómeno de la violencia, igual que las drogas o la pobreza; la derecha y su aparato comunicacional e informático ha llevado a que éstos pasen a ser naturalizados en el debate público, sustentándolos en una ética e ideología dominante que los atribuye a responsabilidades psicológicas e individuales, pero, por otro lado, exige un rol activo y fiscalizador de parte del Estado. En definitiva, el quiebre del consenso social se explica en términos estructurales por el debilitamiento del Estado y su poca credibilidad, transparencia e institucionalidad, los cambios en el mundo del trabajo y de los procesos productivos, y finalmente, de la educación pública. Estas dimensiones que sostuvieran la dinámica social y cultural del Estado Nación por casi tres siglos ya no configuran un modelo relativamente coherente y consistente que otorgue respuestas a los miembros de la sociedad. Baste decir que cerca de un 20% de la población se encuentra en condiciones de pobreza y que los mecanismos de inclusión social ya no operan sino, que se va produciendo un fenómeno de distanciamiento en el cuerpo social al interior de la comunidad.
Junto a lo anterior, el proceso de globalización y de desindustrialización han generado un panorama de incertidumbre e inseguridad en el conjunto de la población, produciéndose un sentimiento de orfandad, soledad e incertidumbre que lleva a las personas a parapetarse ensimismadas en sus propias vidas, muchas veces, percibiendo al otro como una amenaza, dando origen a manifestaciones de violencia
No obstante esperamos que los cambios en las instituciones se produzcan de manera mediática para así configurar nuevos escenarios sociales donde si se producen los fenómenos de violencia, sean tratados para construir una nueva realidad social y cultural a la que estemos todos llamados a formar parte.

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