miércoles, 9 de julio de 2008

Vértice superior de la pirámide de descontento Social


Es la galopante inflación a la que nadie le pone atajo y a la que el Gobierno y su Ministro de Hacienda ponen paños tibios, que son de muy corta vida y terminan por volver a su estado natural con una mayor fuerza y encono; el caso de los precios de combustibles en especial la bencina y el petróleo sírvanos de ejemplo. Se destinaron mil millones de pesos de paliativo los que ya se perdieron, porque estos productos siguen al alza; no habiendo bolsillo que aguante en la clase media baja, en los sectores de empleados y trabajadores.
Es lamentable que con una política eficaz en Hacienda ésta no se haya puesto en práctica, cuando la lógica estaba diciendo que la única forma de superar en parte la inflación era suprimiendo el impuesto a los combustibles, cuyos fondos exprimidos inconstitucionalmente a los ciudadanos no tienen destino, o no se conoce su destino, puesto que esta ley fue dictada en tiempos del gobierno militar y cuyo fin era mantener las carreteras del país. Hoy estas están concesionadas y no precisan de los fondos que allega el gobierno a sus arcas con este impuesto; que aplicado así ilegalmente deriva por implicaciones lógicas en alzas de alimentos, abarrotes y mercaderías que diariamente debemos consumir los chilenos por lo costoso de los fletes entre otras causas.
En economía los errores traspasan la racionalidad, todo producto de improvisaciones de teóricos que ganan decenas de millones que jamás han andado en micro, que siempre han tenido para desplazarse desde sus oficinas estatales a sus hogares fastuosos vehículos último modelo con choferes de planta; todo ello cancelado con el sueldo que proporcionan todos nuestros compatriotas, que son los impuestos; a la renta, contribuciones de bienes raíces y el IVA que llega casi al quinto del valor de la especie que el ciudadano necesita para su manutención. Las alzas en los alimentos, en los abarrotes, en las verduras, en las frutas, en la bencina, en la luz eléctrica, en los medicamentos son el cúmulo de desventuras que debemos afrontar, especialmente los que forman la clase media venida a menos, los jubilados, los empleados y funcionarios públicos; menos mal que ellos cuentan con una fuente de trabajo, que más temprano que tarde pueden perder por la difícil situación que están sufriendo también los empresarios. Hay un fuerte endeudamiento y los créditos «¡no lo puedo pagar», dice una afligida lectora. Hay casas comerciales que tienen más de mil letras enviadas a Notaría para protesto; ¡eso solo aquí en Victoria!
El impuesto IVA a comestibles, abarrotes, carne, medicamentos debe suprimirse y... ¡pronto!
Los 390 millones de dólares que aportó el Gobierno al Transantiago, también se hicieron sal y agua.
Los grandes políticos, llámense del poder legislativo, ejecutivo, etc. se dan lujos que más parecieran una fantasía utópica; la mayoría ya no toma sus vacaciones en Chile, sino en las Islas Vírgenes, en Singapur, países europeos y Estambul; todo a costa de los impuestos de los chilenos.

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