jueves, 4 de marzo de 2010

¿Oficina de emergencia... me dijo?

Angol.- (Hugo “Fito” Gallegos) Hoy es jueves 4 de marzo y esta terremoteada ciudad de Angol es ajena a Chile, inserta en otra galaxia o digna de aparecer en alguna surrealista novela García Márquez, pero no en los noticiarios.
Al parecer para la prensa nacional e internacional, nuestras víctimas valen mucho menos que los acaecidos en las otras regiones. Con esto queda de manifiesto la poca o nada de iniciativa de nuestra “Oficina Nacional de Emergencia”, que se puso en acción 36 horas después de ocurrido el movimiento telúrico.
En la Gobernación de Malleco, el día del terremoto y en los subsiguientes penaban las ánimas, mismas que no tuvieron la cortesía ni la inteligencia de poner en funcionamiento el radiotransmisor de esa repartición que está para esos efectos, es decir para cualquier emergencia o calamidad.
Otra de las malas costumbres que se nos está pegando, son los saqueos, claro que en pequeña escala si los comparamos con los ocurridos en Concepción, que a decir del señor Pérez Yoma: “los de Santiago no tienen justificación”, por lo tanto deduje de sus desatinadas palabras que los de Concepción sí.
Claro que como son más porfiados y tozudos que bolivianos pidiendo mar, se puede decir que con la ojeriza que le tienen a las fuerzas armadas, tardaron en imponer el toque de queda, acción que fue debidamente aprovechada por los bastardos y mal nacidos dedicados al pillaje, que una vez más hicieron suyas las calles y la propiedad privada.
Aunque se horroricen algunos, si conocieran algo de nuestra historia habrían pensado en el terremoto de Chillán, donde ocurrió exactamente lo mismo, hasta que se dio la orden de tirar a matar a todos los rateros y saqueadores, para quienes no debe haber clemencia ni tampoco para los idiotas que en Angol crían perros y los mantienen en las calles sin importarles que ataquen a cuanto transeúnte pase por allí.
En estos días de pánico, ayer martes, fui atacado por tres perros en calle Julio Sepúlveda casi al llegar a Colipí, una perra labrador color amarillo y dos perros mas chicos de color blanco me confundieron con su almuerzo y procedieron a tirarme tarascones por todos lados. Tomando en cuenta que había dos personas trabajando en cambiar un empalme de agua potable y un valiente vendedor de “La Estrella”, se quedaron mirando sin hacer absolutamente nada, todo lo contrario, este gentil caballero me increpó porque casi lo golpee con un pedazo de cañería que tomé desesperadamente para defenderme.
Con esto se comprueba una vez mas, que los chilenos hemos perdido campo en el combate contra la delincuencia debido a ese gran gigante que es la cobardía y la falta de solidaridad

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