sábado, 6 de marzo de 2010

La Araucanía comienza a ponerse de pie

Araucanía.- En terreno, la Intendenta Regional de La Araucanía, Nora Barrientos, verificó la entrega de ayuda y el reestablecimiento de servicios básicos, además de la normalización de la conectividad vial.
A horas que la Presidenta de la República Michelle Bachelet manifestara su seguridad de que Chile se pondrá de pie, La Araucanía ya ha dado signos de aquello. A menos de una semana de vivir el desastre natural más grande de la historia de nuestro país, las zonas más afectadas de la región han comenzado a dar signos de normalidad.
El municipio de Carahue, a través de su Dideco y encargado de emergencia, Juan Carlos Fernández, planteó que el 100 por ciento del área urbana y que más del 63% de las zonas rurales de la comuna ya cuentan con electricidad, agregando que las personas que ocupaban albergues ya han comenzado a regresar a sus hogares, disminuyendo de un número que rozó los mil 600 albergados a sólo 551.
Respecto al abastecimiento de agua potable, el funcionario municipal destacó que no existe problemas de abastecimiento, ya que si bien no se ha normalizado en un 100% el funcionamiento de las redes de agua potable, los 4 camiones aljibes con los que cuenta la comuna han sido capaces de cubrir las necesidades de los sectores de la comuna en las que aún no se reestablece este servicio.
Pese a estas cifras, aún restan 600 personas afectadas por este fuerte sismo, las cuales, entre otras, recibirán apoyo en mediaguas o cajas de alimentos que ya se han despachado desde el Gobierno Regional.
Saavedra
En tanto, en la comuna de Saavedra ya un 90% del área urbana cuenta con luz eléctrica, permaneciendo aún Puerto Domínguez sin este servicio.
La entrega de agua potable en toda la comuna, especialmente en los sectores de Puerto Saavedra, Puerto Domínguez, Boca Budi, y todos los sectores rurales, se realiza en forma periódica a través de camiones aljibes, asegurando que toda la población cuente con ella.
Los 7 albergues de esta comuna, que son Pullallan, Ranco, Calof, Gabriela Mistral, Puaucho, Parroquia Domínguez y Deume, mantienen un total de 456 personas, de las cuales 75 sólo asisten a recibir alimentación. En este ámbito se debe agregar que se mantienen 7 albergues informales con 250 personas aproximadamente.
Funcionarios del Gobierno regional y el municipio de Saavedra concordaron que uno de los elementos que reviste mayor urgencia es el reestablecimiento total de energía eléctrica en las zonas rurales, ya que así podrían funcionar los motores que se encargas de extraer el agua desde pozos profundos.
Agregaron además que gracias al esfuerzo realizado por el Cuerpo Militar del Trabajo (CMT) se ha logrado reestablecer la conectividad en gran parte de la comuna, facilitando de esta forma el paso de camiones con abastecimiento a sus mercados y también el tránsito de maquinaria agrícola preparada para cosechar antes de las lluvias anunciadas para la próxima semana.
Gabinete en terreno
Durante el día de ayer la Intendenta Regional, Nora Barrientos, junto a parte de su gabinete, constató en terreno el funcionamiento de los sistemas de emergencia que se activaron el mismo día del terremoto, y que están enfocados a normalizar cuanto antes el funcionamiento de las comunas más afectadas de la región.
Afectados
En Puerto Saavedra la caída de una copa de Essar sobre varias viviendas de Villa Paraíso desencadenó el caos para Flor Díaz Andrade. “La copa de Essar cayó y se llevó mi casa. Cuando la construyeron la gente de la empresa dijo que no había peligro”.
“En este momento está el alcalde con la empresa, pero tuvo que haberse hecho una demanda y aquí me tiene. El que tiene que responder aquí es Essar. La empresa ha venido pero con palabras, no hacen un escrito ni nada. No sé qué piensan ellos, porque no tengo dónde irme, estoy de allegada en casa de un vecino, pero necesito mi casa. Fueron cuatro casas que desaparecieron y otras con hartos daños. Si no hubiera sido por la copa, nada de esto nos hubiera pasado. Cuando se vino abajo me quedé en un pedacito, si no, me quiebro entera o me mato”, declaró la afectada.
“Este fue más fuerte…”
A media cuadra está la señora Bonifacia Miller Ramírez, de 79 años, acarreaba baldes de agua para cocinar. “Viví el maremoto del 60, en ese entonces estaba casada y tenía hijos. Ahora no tengo nada, estoy sola. Estaba en mi cama y entró agua por la ventana y me botó al suelo, fue terrible. Ahora en este terremoto me vino a buscar mi nieto y me llevó al cerro, dormí tres noches en el cerro. Comparando ambos terremotos, este fue más fuerte, aunque no salió el mar. Este terremoto fue el doble de fuerte que el del 60 y fue silencioso”, dijo.
María Laura Caullán Medel, también afectada del sector, lamentó la pérdida de cosas adquiridas con sacrificio, como el computador de sus hijos. “Mire cómo quedó mi casa, está endeble, toda descuadrada. Tenemos a la abuelita del enfrente durmiendo acá porque ella perdió todo. Nos reunimos con la empresa de agua para informarles esto, le dijimos que nuestra casa no sólo necesita reparación, hay que hacerla prácticamente de nuevo. El jefe de obras dijo que no está habitable, pero tenemos que dormir acá porque no tenemos dónde ir”.
En el albergue más grande de Saavedra, Liceo Gabriela Mistral, el encargado Juan Lagos destacó la rapidez con que la gente ha vuelto a sus viviendas en el sector urbano. “Acá llegamos a albergar cerca de 400 personas y hoy sólo tenemos a 141 personas en total. Conversamos en la mañana para ver hasta cuándo se quedaban y de esa última cifra 118 personas ya quieren irse. La alimentación fue un problema los primeros días, porque la cocina no quedó en condiciones después el terremoto, pero ahora todo se está haciendo de buena forma”.
Uno de las personas albergadas en este liceo técnico de la ciudad es Miguel Vega, quien logró llegar al lugar gracias a la solidaridad de sus vecinos. “Estoy en silla de ruedas hace 10 años, mi casa no quedó mal. Una vecina me trajo, me vistió y me sacó a la vereda, pasó un vecino con una liebre y me trajeron hasta acá”.
Albertina Railen, de Santiago, destacó la organización en la entrega de ayuda “Andaba turisteando. Me quedé viendo el Festival, me tomé un café y empezó el terremoto. Acá estamos en muy buenas condiciones, cuando uno está a la deriva puede que lo pase mal, pero yo he estado excelente. Hemos tenido agua, hemos tenido todo, no me encuentro terremoteada, sólo un pie con una herida, pero he tenido excelente atención”.
Queule
En la caleta de Queule no hay problemas de agua o electricidad, sólo botes dañados por la fuerza del agua, así lo manifestó Juan Rodríguez, encargado de arreglar botes en el varadero de Queule. “Aquí hay 6 embarcaciones y los motores también hay que desarmarlos para botarles la arena. En este terremoto sólo sufrieron los botes y los muelles y eso se arregla con trabajo. Ese día había 5 ó 6 lanchas en el mar y llegaron todos bien, andaban cerca de Isla Mocha para abajo, incluso andaba un hijo mío”.
Víctor Sepúlveda, dirigente de los pescadores, planteó que se requiere con urgencia la normalización del suministro de combustible. “Acá las lanchas grandes necesitan cerca de 500 litros de combustible para salir y las chicas como 250 litros, pero con la venta que se hace ahora, no podemos salir con las embarcaciones que quedaron buenas. Acá vamos a ser solidarios y los dueños de lanchas que están buenas tendrán que dar cupo en sus embarcaciones, para que los pescadores que no las tienen, puedan parar la olla”.
Patricio Olivares, presidente del Sindicato Pescadores y Buzos de Queule, lamentó que se haya magnificado la situación de esta caleta. “Lamentamos que esto se haya magnificado tanto y que haya visto con tanta gravedad. Tenemos problemas pero no estamos pasando hambre. Hay problemas de infraestructura que nos apuran porque tenemos una cantidad de personas que no pueden laborar y eso es lo que más nos urge. Las siembras de choros se las llevó el agua y cuando baja la marea se ve a las personas sacándolos de la orilla, esas son pérdidas. No sabemos cuándo se va a demorar el abastecimiento de petróleo, ese es un problema que no es directo del terremoto, pero es un efecto del mismo. Estamos justo en la temporada alta y este año ha estado malísimo, estamos viviendo una crisis que queremos abordar de la mejor forma posible”.
Isla Los Pinos
Hilario Millahual del sindicato y comunidad Francisco Trecan de Queule, que reúne a 46 familias, planteó que muchos han iniciado sus cosechas antes de las lluvias y que uno de los mayores problemas es no contar con implementos de pesca. “Hoy una forestal nos entregó bolsas de mercadería y la municipalidad nos trajo ropa para las personas. Como vivimos en Isla Los Pinos estuvimos más aislados y arrancábamos de un lado a otro de la isla con miedo a que el agua suba por uno u otro lado, acarreando a los ancianos en carretillas. Acá se vive de la pesca y los aperos de pesca se los llevó el mar. Aunque no tenemos agua potable por cañería, todos los días nos llega agua potable con camiones aljibe y quienes se dedican a la agricultura ya están cosechando antes que llueva”.
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