domingo, 8 de mayo de 2011

Trenes de la memoria, una invitación al recuerdo

Victoria.- (Andrea Saavedra Teigue, Profesora de Historia) La Araucanía tierra de exuberante belleza, cobijadora de sueños y de diversas culturas, fue el escenario perfecto para albergar al gigante de acero. La incorporación del ferrocarril a este territorio fue sin duda la herramienta más eficaz que tuvo el Estado chileno para lograr el control territorial, sin embargo su legado ha trascendido mucho más allá de un control político o económico.
El ferrocarril con todo su material rodante logró calar hondo en el corazón de los habitantes de esta región, colmó de ilusiones, penas y alegrías a cientos de personas que hoy recuerdan con nostalgia a ese gigante que solía correr libre por los campos trigueros o las selvas vírgenes enclavadas en tierra mapuche.
Son importantes las transformaciones que llegaron de la mano de este medio de transporte y que hoy se almacenan en la memoria colectiva de la gente de la Araucanía y en particular en los habitantes de cada una de las localidades que surgen bajo el amparo del ferrocarril, como es el caso del importante ramal con proyección internacional, Ramal PUA Lonquimay.
Este ramal fue recientemente objeto de estudio en el libro “Rieles Fronterizos” de Héctor Alarcón Carrasco, documento lanzado en el Centro Cultural de Victoria. El cual es una invitación a conocer nuestra tierra a descubrir la importancia que tuvo este medio de transporte, apreciando como el autor logra capturar la esencia de las diversas fuentes primarias. Diarios de la época, Memorias Ministeriales, relatos orales fueron la base para reconstruir una historia que es sin duda la historia de muchos de nosotros que aún recordamos los sonidos de aquella máquina a vapor, o trae a la mente aquellas idas a buscar el correo, revistas de moda o de algún familiar, o simplemente a ver pasar el tren el que sagradamente marcaba la horas en cada lugar que cruzaba.
Cuantos sentimientos están plasmados en este ramal, cuanto esfuerzo de cientos de trabajadores podemos ver en su construcción, sensaciones que hasta el día de hoy, quienes vivieron esa época logran transmitir con tal pasión, con tanta intensidad, que es capaz de transportarnos en el tiempo y llevarnos a imaginar por ejemplo como habrá sido la inauguración de la estación de Selva Oscura, la que engalanada y flameando nuestro pabellón patrio y el de la República de Argentina recibían alegres el paso de la primera locomotora en 1910.
O como olvidar el olor a carbón de piedra que se sentía al cruzar el Túnel Las Raíces, un olor húmedo, penetrante que se fundía en la oscuridad del túnel.
Cada camino, cada surco, cada estación guarda un tesoro incalculable en historia, la que esperó paciente por años la llegada de quien la rescate y la haga revivir nuevamente.
Redescubrir la importancia del ferrocarril es sin duda una invitación a revivir el pasado, contemplando esa huella, ahora imaginaria que dejó su paso, huella cargada de un legado cultural asentado en nuestras memorias, recuperando ese testimonio intangible, pero tan nuestro como fue la vida ferroviaria en la Frontera.

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