martes, 7 de septiembre de 2010

Mes Bicentenario

Victoria.- Muchos ya mostraron su alegría por haber “pasado con éxito” el temido mes de agosto. Con ello ya entramos en tierra derecha a las próximas celebraciones del llamado Mes del Bicentenario. Se viene nutrida agenda de actividades en todo el país. Discursos por doquier.
Tiempo de remembranzas y homenajes. Fiestas y días de feriado. Alegría ciudadana. Y todo por Doscientos Años de Emancipación Nacional. Es de esperar que en este mes se provoque una suerte de catarsis frente a todo lo que el destino o la providencia nos han deparado luego de iniciado el presente año. Basta que el mismo lo iniciáramos -primero- con un cataclismo de magnitud. Luego, asumió un nuevo Gobierno quien hubo de hacerse cargo de la debacle.
Más tarde ocurre la tragedia en el norte del país, manteniendo sepultados con vida a treinta y tres compatriotas quienes no verán la luz hasta dentro de tres o cuatro meses más. En medio de todo ello fallece accidentalmente -en presencia del Presidente de la República- un marinero mientras participaba de unos ejercicios navales. Casualidad o no. No podemos soslayar que este año no ha sido del todo para celebrar como se ha de querer. De ahí que con la llegada del mes de la Patria, esperamos que todo se renueve. Todo renazca. Todo se limpie. Todo florezca también con la llegada de la anhelada primavera. El ánimo no ha de decaer.
La idiosincrasia del chileno siempre ha estado templada por la adversidad. Nuestros próceres mucho hubieron de entregar por heredarnos una Patria libre. Sangre y sudor. Sacrificio y entrega. Eso ha de emularse, puesto que muchas veces la desidia nos embarga. El hedonismo prima entre las huestes que rigen los destinos de nuestra nación, sin darse cuenta que muchos de nuestros compatriotas aún no logran resarcirse de los yugos de la cesantía. De la falta de oportunidad. Aún no logran emanciparse a partir de salarios justos.
Aún han de formar filas para buscar remedio o atención médica digna. Han de pasar doscientos años de vida republicana, pero habrán de pasar muchos más para certificar la añorada madurez. La cual se verá reflejada en mejor educación y acceso a la misma. Con calidad y efectividad. Por eso el Bicentenario es tiempo de celebraciones, pero también de reflexión. En pensar cómo hemos de querer nuestro país para las nuevas generaciones. Cómo de verdad constituiremos una sociedad más justa. Amable. Solidaria y de unión entre los chilenos.
Hacernos cada vez capaces de empujar entre todos este gran país llamado Chile. Alejados de mezquindades y odiosidades. ¿Sueños? ¿Una quimera? ¿Ficción? Por cierto que no. La historia se ha encargado de mostrarnos como otras naciones y pueblos de la nada o luego de haber sido devastados al borde de su aniquilación total, han vuelto a ponerse de pie y más aún ser líderes en la sociedad mundial. Y para eso no han de pasar doscientos años ni muchas generaciones. Eso se debe a la voluntad. Al amor por la tierra que nos alberga y sustenta. Y de eso los chilenos aún debemos mucho que rescatar, aprender y aplicar. En lo particular y para nuestra comuna -y la propia región- es muy válido decir que nos hacen falta más causas por las que luchar y menos conflictos que tener.

No hay comentarios: