jueves, 28 de mayo de 2015
Columna: Acuerdo de Unión Civil: un paso hacia la igualdad
Victoria.- (Tatiana Figueroa Perry; Abogada.Académica, Coordinadora de Tesis Derecho UNAP Victoria)Son tiempos de cambio, nuestra sociedad ha dado un paso importante en materia legislativa caminando firmemente hacia un Chile más igualitario y justo, abriendo nuevos horizontes al reconocimiento y aceptación de la diversidad. Prueba de ello es que el pasado 13 de abril, se promulgó la Ley 20.830 o Ley de Unión Civil que crea el acuerdo que lleva el mismo nombre, posibilitando a quienes celebren este contrato a regular los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común, de manera estable y permanente.
Esta ley, que entrará en vigencia en octubre del presente año, reconoce un nuevo status jurídico a las uniones de hecho que cumplen con los requisitos que la misma ley establece, pudiendo celebrar el contrato tanto parejas homosexuales como heterosexuales, siempre que sus componentes sean mayores de edad y que no tengan vínculo matrimonial vigente, confiriéndoles el estado civil de convivientes civiles y generando derechos y deberes de ayuda mutua y de orden patrimonial, tales como el derecho a sucederse o a pactar un régimen específico para administrar los bienes que se adquieren durante la vigencia del acuerdo, entregando además competencia a los tribunales de familia para resolver los conflictos de intereses que se susciten producto de la convivencia civil.
Es innegable que legislativamente se ha avanzado en el reconocimiento de derechos sin discriminación, principalmente en reconocer a las parejas del mismo sexo una igualdad de condiciones en cuanto a regular los efectos que derivan de sus relaciones afectivas. Sin embargo, ello implica por parte de la sociedad en general, y de la comunidad en particular, aceptar que el concepto de familia se ha diversificado y alejado del concepto de “familia tradicional”, adquirir un compromiso de respeto, tolerancia, aceptación y reconocimiento hacia las distintas expresiones de la familia y, en definitiva, integrar este nuevo orden a fin de evitar las discriminaciones arbitrarias y vulneratorias, no sólo de los adultos que la componen, sino también de los niños y niñas que forman parte de familias con “dos papás” o “dos mamás”.
Ciertamente, la promulgación de la Ley de Unión Civil nos acerca a legislaciones modernas que ya desde hace mucho regulan las uniones de hecho.Sin embargo, falta mucho camino por recorrer para poder alcanzar ese anhelado status de igualdad, ya que para acabar con la discriminación y las diferenciaciones arbitrarias no basta con la sola promulgación de una ley, sino que se requiere además del compromiso de cada uno de los miembros de la comunidad de propender y encausar su actuar hacia la equidad y la solidaridad en los aspectos más simples de la vida cotidiana, recordando cada día que las diferencias son circunstanciales y que de común tenemos el carácter de seres humanos, libres e iguales en dignidad y derechos.
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