Un proyecto de ley enviado por el Ejecutivo al Parlamento es la elección directa de los consejeros regionales, la elección del Presidente del mismo CORE por los propios miembros y las transferencias de competencias que algunos aún creen que ayudarán a una mayor descentralización del Estado. Lo que el Instituto de Libertad y Desarrollo se apresura en aclarar a través de un trabajo de la Investigadora Betina Horst.
Dice que en la práctica no solucionará los problemas de gestión del Estado, por el contrario afirma que ello en ningún caso significa avanzar hacia una real descentralización. La inversión pública efectiva en regiones es hasta la fecha de un 8 a un 12%, el resto corresponde a ministerios, a empresas del Estado. El gobierno central ubicado en la Región Metropolitana es quien determina los fondos en proyectos que puede financiar el Fondo de Desarrollo Regional. Los proyectos para tal efecto son postulados por los municipios, para ello se financia a lo más en un 88% a través de un proceso burocrático lento, ineficiente y discrecional, lo que no cambia que los Consejeros Regionales sean electos en forma directa. Por ello subraya «los municipios ejecutan en muchos casos los proyectos que les llegaron y no necesariamente los más prioritarios para la comuna». Esta reforma regional establece que el Intendente no presidirá el Gobierno Regional, lo presidirá uno de los Cores elegidos por los mismos miembros, lo que generará según la investigadora nuevas formas de conflicto en la administración regional de los diversos actores, culpándose unos a otros por no cumplir expectativas de la ciudadanía, no generará los efectos esperados y dificultará aún más llevar adelante la reforma del Estado que se requiere en materia de descentralización aunque haya autoridades locales y parlamentarias elegidas directamente por la ciudadanía, y estas no tienen ningún acceso a indicaciones sobre fondos a invertir en comunas o distritos, llámense alcaldes, concejales, diputados o senadores.
El gobierno central es quien por lo mínimo percibe un 88% de las entradas fiscales aportadas por la Región Metropolitana y las demás regiones del país, lo que se invierte en Santiago en obras públicas o de municipios (Transantiago). En el resto del país las regiones llegan a lograr a lo mucho hasta un 12% para proyectos.
De toda la exposición de Libertad y Desarrollo sobre este tema se infiere que mientras no exista una gran reforma del Estado en donde prevalezca una mayor asignación económica a cada región, dejando que Santiago no sea siempre «el león que se lo come casi todo», no habrá realmente una descentralización en nuestro país. Somos las regiones las que alimentamos zal gran león».
Es de esperar que los candidatos presidenciales y a cargos de senadores y diputados; estos últimos se preocupen de una vez por todas de los serios problemas de la región que representan y no emborrachen la perdiz con promesas simplonas y tardías, que buscan confundir aún más a una masa ciudadana sin formación cívica, ignorante en su gran mayoría, que gusta de halagos y de populismos, todos ellos infértiles una vez que el candidato ha sido elegido. Porque ninguno de ellos puede presentar proyectos en el Congreso que irroguen gastos públicos
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