miércoles, 5 de agosto de 2015
Columna: Democracia, sindicalización y educación
Victoria.- Luego de más de 20 años de recuperada la democracia, es necesario observar el desarrollo de la participación política ciudadana. Esta ha sido enfocada al robustecimiento del individuo, quién terminó por reemplazar al principio de colectividad que estuvo presente fuertemente en décadas pasadas.
El debilitamiento de la participación ciudadana se observa por la imposición del sistema neoliberal que ha desincentivado el movimiento sindical, generando una suerte de parálisis ciudadana. El neoliberalismo ha contribuido a la reproducción de formas de dominación política y laboral de la época colonial, como lo fueron el peonaje y el inquilinaje, que han empobrecido la profesión docente, por ejemplo.
Al interior del movimiento sindical docente se observa la mantención de formas tradicionales de representación y de organización institucional, situación que limita su campo de acción, impidiendo cualquier actividad reivindicativa de los docentes chilenos. Más aun, las actuales condiciones de movilización docente nacional, las que llevan larga data, si consideramos que durante las últimas décadas estas comenzaron con las manifestaciones estudiantiles que terminaron por reemplazar la LOCE, no han logrado tocar los problemas estructurales de la educación. Estas manifestaciones han apuntado solo a reforzar el sistema, pero no han logrado afectar los obstáculos de fondo de la educación chilena, las que se encuentran relacionadas principalmente con el desenvolvimiento en toda la sociedad de la lógica neoliberal.
En las últimas décadas, tal proceso social ha sido encabezado por el Colegio de Profesores, agrupación gremial fundada en dictadura y legitimada como interlocutor válido entre los gobiernos democráticos y los docentes, son quienes establecen las pautas de las demandas profesionales para todas las organizaciones comunales del país. Estas directrices se encuentran diseñadas a partir de las necesidades más laborales que profesionales, adoleciendo de una estructura epistemológica de resistencia contra la influencia del modelo en el sistema educacional.
Desgraciadamente no observamos la existencia de un marco teórico que sea capaz de aglutinar y convocar a los docentes del país y de la comuna, tanto de los sectores municipales como subvencionados, cuya lógica sindical vaya más allá de la simple petición de mejoras laborales.
Por eso, en mi opinión creo en la posible existencia de un discurso neoliberal en la mesa directiva del Colegio de Profesores a nivel nacional logrando controlar las decisiones de la agrupación y sus miembros. Claramente esta situación afecta el éxito de cualquier clase de reivindicación docente.
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