martes, 30 de junio de 2015
Columna: La lección se hace fuera de aula y para toda la vida
Victoria.- : Andrés Bravo. Periodista:
Yo apoyo al paro de los profesores, porque entiendo están en una etapa crucial, no solo ellos, si no que todos. Considerando el actual escenario, humildemente quiero pedirles a los profesores, que si hay una enseñanza que nos pueden dejar como legado, es a enseñarnos a luchar por lo que creemos es justo. Les prometo que de esa enseñanza yo me hago cargo, porque de eso se trata, no puedes negar el conocimiento, hacerlo es el principio de otra cosa.
Y apoyo a los profesores porque es una profesión noble, porque desde su concepción es nobleza. No creo que ningún profesor ingrese a la universidad a estudiar pedagogía, porque no ame la idea de trabajar en la construcción del conocimiento de los niños y jóvenes; fue la manera que eligieron de hacer de este lugar un mejor espacio para todos. Dónde puede haber más nobleza. Esta aspiración profesional, seguro se alimentó en la universidad, bajo el estudio de teorías y modelos educativos, experiencias exitosas y la estrategias para generar ambientes de trabajo adecuados, algo que seguro todos buscan plasmar en un futuro profesional.
Pero donde había conocimiento, diseño de ideas, teoría, trabajo intelectual, de pronto es cambiado por una realidad profesional ahogada en el sesgo, en la modelación de la enseñanza sin características propias, combustionada por las pruebas de medición, presos de planificaciones, revisión de prueba y jornadas extenuantes, en salas extenuantes, con estudiantes igual de jodidos. Porque el modelo educativo en nuestro país finalmente ha generado en los profes, el brutal quiebre entre sus anhelos profesionales, llevándolo a cuestionarse en qué punto se perdió la hebra de los sueños, para sentirse aislado en una utopía, o menos que eso, quebrantar su vocación. Es ahí donde erramos, cuando buscamos analizar las razones de los problemas de educación en nuestro país. Esa distancia y ese quiebre ha sido fatal.
Tener más espacio, participación y protagonismo en el aprendizaje de nuestros hijos, innegablemente generarían más y mejores conocimientos en ellos. Aquello es innegable, sin embargo pareciera ser que es precisamente lo que se le niega. Es por eso que un profesor bajo buenas condiciones laborales, puede ser lo que finalmente contribuya a ese cambio que muchas veces demandamos ocurra en nuestra sociedad, a ayudar a madurar este cambio cultural que percibimos, incluso mediante las redes sociales, pero que no somos capaces de sacarlo de ahí y tampoco lo puede impulsar un profesores con 45 niños en aula sin considerar nada.
Los profesores, en el marco de la Carrera Profesional Docente, están demandando la oportunidad única del Estado de generar un cambio que permita reconstruir el modelo educativo chileno, y comenzar a desarrollar las prácticas de aula de una manera como hace mucho tiempo hace falta en nuestro país. Los procesos evaluativos que permitan ir monitoreando los niveles de conocimientos alcanzados, tanto en profesores como estudiantes, lógicamente que no se pueden abandonar, y en ningún caso los profesores han negado lo importante de la evaluación docente, sin embargo tal y como está, debe ser superada. La evaluación docente debe avanzar hacia una evaluación de la comunidad escolar, que considere las características del establecimiento y su proyecto educativo, donde más allá de la mera evaluación del profesor, se considere ciertas metas institucionales, variables socioeconómicas en la medición de logros y por qué no pensar en la evaluación de un diseño de aprendizaje que se haya creado en el establecimiento y que se pueda constatar con logros convencionales, que aporten los datos cuantitativos que requiere un ministerio, pero bajo la aplicación de normas cualitativas de evaluación.
Miramos y apreciamos la experiencia de países como Finlandia y todo lo que han generado en materia educativa, y qué poco nos hemos detenido en pensar en la capacidad profesional de nuestros profesores de generar experiencias positivas de aprendizaje. Estoy convencido de la capacidad profesional de ellos, y sé que si el Estado fuera garante de mejorar las condiciones de aula de los profesores, se comenzarían a diseñar prácticas pedagógicas, con resultados altamente positivos, y porque no pensar que eso vaya permitiendo que se generen ciertos modelos y experiencias educativas propias, que los colegios los fueran adquiriendo de acuerdo a su espacio, a su contexto, ya sean programas, contenidos o derechamente modelos educativos. Pero seguro de ello habría algo. Los niños y jóvenes aprenderían mejor y posiblemente nuestra sociedad comience a tomar el mismo tono.
Por eso les pido, una vez más, enséñennos a luchar, enséñennos a pelear por lo que creemos es justo, acá hay mucho en juego. Además, sé que esa lucha es posible, así me lo enseñaron, porque soy hijo de una profesora, que junto con enseñarme lo importante de aquello, me entregó todo su amor, un amor similar al que a todos ustedes los llevó a avanzar en esta lucha.
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