Señor Director Y Editor:
Hace frío en Santiago y todo el mundo anda congestionado, los hospitales colapsan y su capacidad de atención disminuye, demostrando las falencias existentes en los centros asistenciales donde los recursos del Estado, deben llegar en breve plazo a destino, caso contrario las demandas del público y de los propios funcionarios se harán sentir muy fuerte y con justa razón.
Cuando la salud se quebranta todo el núcleo familiar tiembla, el presupuesto se estremece y la adrenalina sube aceleradamente, tratando de buscar todos los medios disponibles para evitar la catástrofe que estos estados ansiosos de incertidumbre ocasionan en el entorno.
Cuando este alivio no se encuentra rápidamente, entonces surge el malestar en la población usuaria del sistema estatal de salud, la queja y la violencia verbal afloran raudamente enrareciendo más aún el aire contaminado que se respira a diario en la capital y por qué no decirlo en otras ciudades también.
El Transantiago anda mal dicen los usuarios habituales de este sistema de movilización colectiva y los trenes de las diversas líneas del Metro están esforzándose al máximo para satisfacer la demanda que se produce en horas de alta congestión, el smog cubre el cielo capitalino producto de la contaminación ambiental impidiendo ver las estrellas, y se agrega a este tétrico cuadro surrealista, el frente polar que solapadamente se introduce de vez en cuando en la sufrida cuenca capitalina, provocando temperaturas bajas difíciles de soportar.
Con este panorama la vida de seis millones de santiaguinos se hace insostenible y aún así sigue emigrando gente de las regiones a la capital y los terrenos que se utilizaban para producir alimentos ya están desapareciendo para dar nacimiento a nuevas urbes que giran alrededor de la gran ciudad como satélites que le hacen guiños a sus futuros clientes.
Si ahora se está en crisis, cómo irá a ser la vida en algunos años más y por eso debe ser preocupación de las autoridades, mejorar la calidad de vida de tantos chilenos de la región metropolitana como de regiones.
Es de desear que lo consigan y para ello hay muchos dólares corriendo sobre la mesa del “papá fisco” subsidiando al Transantiago periódicamente y los dólares corren como agua de los frondosos ríos de nuestra larga faja territorial.
Volviendo al frío reinante que afectó a la zona central, obligó a sus habitantes a andar muy abrigados y cubiertos hasta donde les era posible.
El frío invernal que azota a la capital es como el que existe en todo el mundo, pero aún así, es uno de los pocos que conozco, que penetra con más furia en nuestra estructura ósea.
Añoro el frío proveniente de la nieve profunda que silenciosamente cubre las calles y los niños juegan inocentemente con ella como si fueran vellones de lana púrpura recién sacada de las ovejas haciendo sofisticados castillos como aquellos que veíamos en los libros de cuentos incentivando en esta forma la creatividad artística infantil, pero, aún así se le tiene respeto por las consecuencias dolorosas que dejan en los más débiles y desprotegidos de la sociedad que son los ancianos.
Hugo Pérez White
No hay comentarios:
Publicar un comentario