Señor Director y Editor:
La fiebre triunfalista ha llegado para algunos famosos que han sido convertidos en privilegiados del sistema económico que incentiva y aplaude el individualismo exacerbado y eso lo podemos apreciar constantemente en algunos medios sociales y deportivos donde las instituciones no escatiman esfuerzos económicos para satisfacer las demandas que los jugadores exigen por su profesionalismo y lo mismo sucede con algunos rostros de la televisión que de la noche a la mañana saltan a la fama sorprendiendo a la opinión pública con jugosos contratos donde el mercado ejerce su influencia tentadora.
Vemos habitualmente cómo jóvenes provenientes de humildes hogares ubicados las más de las veces en barrios apremiados por la influencia de las drogas y el alcohol sobreviviendo ante las nefastas ofertas callejeras y de repente se encuentran en el pináculo de la gloria y súbitamente pasan a formar parte de esta elite que todo lo consigue en base a su espontánea popularidad.
Algunos actores de teatro y personajes de la televisión manifiestan públicamente que sus millonarios contratos mensuales son una ínfima cantidad dada su alta popularidad y eficiencia profesional que han conseguido en años de trabajo y así van subiendo en la pirámide salarial sin saber en realidad cuál es la cúspide que se quiere alcanzar.-
Bien lo dijo recientemente un alto dignatario eclesiástico, que la equidad aún no se ha obtenido en nuestro país y las diferencias salariales son excesivamente distorsionadas y no entiende cómo un trabajador puede alimentar a su familia con tan escasos ingresos y además tener acceso a una buena educación, a una atención eficiente en salud y menos para usufructuar de una sana diversión en el uso de su tiempo libre.
Existen sueldos de algunos funcionarios públicos y privados que superan las expectativas de muchos trabajadores y estas cantidades estratosféricas se comentan y rebotan tan frívolamente en quienes las escuchan y juegan mentalmente con estas cifras dentro de su escasa imaginación financiera porque nunca han tenido contacto con tan abultadas sumas de dinero a menos que la suerte los haya acompañado alguna vez u hoy puedan recibir un suculento premio en algún juego de azar.
En algún instante se habló de la necesidad de entregar a los trabajadores un salario ético mínimo que les permita vivir con relativa tranquilidad y afrontar con dignidad el bienestar de sus familias especialmente cuando hay de por medio hijos que educar, mantener y alimentar y el tema ya no se ha vuelto a discutir.
Las opiniones de destacados políticos, dirigentes gremiales y altos dignatarios de las diferentes creencias religiosas han sido coincidentes respecto a la imperiosa necesidad de incrementar los ingresos familiares para ir acortando progresivamente la brecha salarial que actualmente existe en nuestra sociedad y sugieren implementar los actuales sueldos y romper la inequidad existente.
Algo está pasando en nuestro país que no nos permite visualizar en su real magnitud la distorsión económica existente y más aún cuesta comprender los alcances de esta situación en momentos de crisis económica mundial.
Hugo Pérez White
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