Angol.- (Hernán Díaz Sáez) * Árbol patrimonial fue testigo de de más de 250 años de la historia de la capital de Malleco y fue plantado por los jesuitas, antes que el rey de España los expulsara.
* Añoso recuerdo de otras épocas había resistido que irrespetuosos de nuestro acervo cultural angolino lo intentaran quemar en reiteradas oportunidades en estos últimos años.
Finalmente fue destruido el tradicional olivo que estaba ubicado donde, hace algunos años, se encontraba el Fundo “El Olivo”, de Ruberli Rossi Zavala, aproximadamente a un kilómetro y medio de Angol, por la antigua ruta a La Mona, pasando por frente a la actual cárcel y el antiguo puente Malleco.
El árbol había sido plantado cerca del año 1750, por una misión jesuita que se había instalado cerca de la confluencia entre los ríos Malleco y Huequén, el que dejaron intacto tras su expulsión por el rey Carlos III de España.
Desde ese momento este árbol fue testigo presencial de importantes episodios en la historia angolina. Incluso con el tiempo fue punto de referencia para buscadores de tesoros, que creían que en el lugar habían quedado enterrados los enseres de los jesuitas y su misión, que más de alguna vez fue atacada por los mapuches, a quienes trataban de dominar a través de la religión.
Además, en las cercanías de este árbol ocurrió una de las tragedias automovilísticas más importantes que se tenga recuerdo en Angol, donde un autobús impactó contra un grueso árbol, dejando varios muertos y heridos, en lo que en aquella época era la principal ruta que unía Angol y Renaico.
RECUERDOS
Pero aparte de estos hechos dramáticos, muchos angolinos tienen buenos recuerdos del árbol. Incluso hubo ciudadanos ilustres que siempre visitaban el lugar por su belleza y antigüedad, como es el caso de Dillman Bullock, quien se dedicó a investigar la zona y le daba una gran importancia a este árbol y sus alrededores.
El historiador local, Hugo “Fito” Gallegos, quien fue el que se percató de este repudiable hecho vandálico que afectó al árbol, también recordó que durante los veranos, algunos angolinos llegaban a pie a esta lugar para saborear las aceitunas que daba el olivo, las que algunos recolectaban con curiosidad, mientras otros aprovechaban el río Malleco, que pasaba cerca al lugar, para refrescarse en los siempre calurosos veranos de Angol.
Esta fueron algunas de las muchas historias que rodearon al histórico árbol, el cual hace un par de meses fue finalmente cortado. Eso, sin nombrar los continuos incendios en su contra que le provocaron desconocidos e irrespetuosos de la historia de Angol, quienes no pudieron terminar con su figura ni sus brotes, que despertaban siempre después del fuego.
Según “Fito” Gallegos, incluso los dueños del predio habrían tratado de quemar el árbol por la cantidad de curiosos que llegaba hasta el lugar, el cual está a unos 100 metros del camino, por lo que se debe caminar hacia los sembradíos colindantes.
Un hecho que muchos lamentaron como “Fito Gallegos”, quien hoy mira como esta acción deja una parte de la historia de Angol cercenada. Una situación negativa que nos deja una lección que todavía no hemos aprendido: valorar nuestro patrimonio y el pasado.
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