martes, 20 de noviembre de 2012
Araucanía.- Una de las tendencias mundiales que avanzan con paso firme hacia el próximo milenio es el periodismo local, para contarnos sobre las personas que nosotros conocemos, sobre lo que pasa en los lugares en que vivimos, como una respuesta a la fórmula antipersonal de las comunicaciones globalizadas.
En cualquiera de nuestras ciudades podemos ver cerca de 400 horas diarias de televisión, pero muy poco sobre nuestra zona. Mientras más se globalizan las comunicaciones, más crece nuestro periodismo local, porque nosotros estamos en la contraparte, aprovechando la antiglobalización de la gente, que quiere, que necesita saber lo que está pasando a la vuelta de la esquina. Porque, como dijo Schumacher, lo hermoso es lo pequeño, lo próximo, lo que está a mi alcance. Es ahí cuando la información local se torna indispensable. Eso que nosotros llamamos “las noticias que a usted le interesan”.
Cuando los españoles trazaron las ciudades durante la Colina, dejaron muchas con un máximo de siete cuadras, para que cada vecino la pudiera recorrer a pie, para que le pudiera pertenecer, para que la denominara por sus propios medios. Del mismo modo nuestros diarios locales deben permitirle al lector ese dominio sobre un mundo que le pertenece. Conoce los nombres de las calles, de la gente más caracterizada, sabe sobre su paisaje, sobre sus planes de desarrollo, sobre su pasado y su destino.
Más que una ciudad, lo que necesita es una comunidad, donde a pesar del crecimiento natural en el área urbana o rural, se conserven los elementos que constituyen a los habitantes de un lugar en vecinos que comparten la vida diaria.
Por eso el periodismo local vive tan preocupado del desarrollo de la ciudad, entregando información para la participación, animando el servicio público y la solidaridad, liderando la opinión pública, fiscalizando a la autoridad, defendiendo el valor de la vida en provincia, entusiasmando a los vecinos con su ciudad, haciéndolos reflexionar en su futuro, convenciéndolos de que pueden ser protagonistas no sólo en las noticias que publicamos, sino del destino de su comuna, que no es de las autoridades sino de todos los que la habitamos.
Y para ser un líder de opinión, tenemos que tener opinión. Y ahí comienza un tema complejo para la mirada de los académicos, pero atractivo para los lectores. Hay que atreverse a dejar de adorar a la diosa objetividad y poner un poco de pasión en la tinta de nuestras páginas, de tal modo que salgamos a la calle defendiendo ideas, principios, proyectos. Dispuestos a convencer a nuestros lectores y no necesariamente a informarlos con objetividad (y frialdad) sobre temas que son vitales para toda la comunidad.
Es lo que llamamos periodismo “comprometido”, pero no con ideología política o religiosa, sino con el desarrollo, con el progreso que la gente necesita para vivir mejor. No un periodismo contemplativo, ajeno. Impersonal, sino un periodismo que llegue al corazón de la gente, que la conmueva, que la hace participar, hablar con nuestros argumentos, juzgar con nuestros juicios, esgrimir nuestros antecedentes para valorar la realidad. Si con nuestros escritos no generamos opinión publica, si no lideramos a los vecinos, no estamos haciendo periodismo local.
Esta actitud, que puede parecer temeraria, si se consigue persiguiendo con exactitud la verdad, termina ganándose la confianza de los lectores… y eso es todo lo que necesitamos para tener un diario vivo y próspero.
Roberto Silva Bijit
Periodista y profesor de Historia
Director-fundador de la cadena
periodística “24Horas”,
Que entre 1982 y 1985, editó cuatro diarios para las
ciudades de Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Montt
Fundó El Observador de Quillota a los 21 años y
actualmente es su director.
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