miércoles, 13 de octubre de 2010

En el año de la Teletón conozca la entrega y sacrificio de un padre discapacitado "Además cría y educa solo a su pequeña hija abandonada por su madre"

Victoria.- Para nadie es desconocido que por estos días el rostro de Mario Kreutzberger -Don Francisco- aparezca en todos los canales de televisión y medios de comunicación en general de todo el país. Pues ello obedece a que el 2010, y luego de dos años de receso, es nuevamente el año de la Teletón. La cual se realizará entre los días 3 y 4 de diciembre próximos y que es motivo de unión entre todos los chilenos mediante las llamadas “27 horas de amor”. En tanto en Victoria existe un padre que no hubo de ser “niño símbolo” de ninguna de las teletones pasadas.
Se trata de Sergio Fermín Fuentealba Salinas, quien vino al mundo hace 51 años atrás en la vecina comuna de Angol; trayendo consigo una parálisis prenatal la cual ha de acompañarlo durante toda su vida. Mal que en la actualidad es tratado al interior de los centros de rehabilitación infantil, pero del cual Sergio Fuentealba hubo de aprender a entender, cargar y sobrevivir a cuestas.
“Yo nací con esta parálisis, la cual me privó en desarrollar la totalidad de la parte derecha de mi cuerpo. Siempre me consideré un niño normal ya que igual me las ingeniaba para jugar con el resto de mis amigos, jugando a la pelota, trataba de correr igual que los demás. Ahora con la edad yo creo que se me han dificultado las cosas” indicó el vecino quien reside en una de las casas de la llamada “población fantasma” y que corresponde a la Villa Miguel Huerta Muñoz de esta ciudad, precisamente en avenida Las Torres N º 874. Es aquí en donde además ha de criar y educar a su pequeña hija Bárbara de tan solo 11 años de edad quien su propia madre la abandonó y hubo de entregársela a su padre para su mantención y crianza cuando recién cumplía los 5 años de edad.
“Soy un padre soltero. La madre de mi hija me la entregó cuando tenía cinco años, pues ella inició otra relación. Así que no me hice problema y estoy feliz junto a mi hija. Juntos conversamos. Vemos televisión. Trato de ayudarla en sus estudios. Le cocino y nos cuidamos entre los dos” señala sin ninguna queja de por medio el citado “padre símbolo” de Victoria. Sí ese mismo que usted, yo y cientos de personas han de haber visto alguna vez de pie por más de cinco horas, en la entrada a la plaza de pagos del ex INP de calle Lagos en esta ciudad, tratando de vender sus chocolates que él mismo y junto a su hija se encargan en fabricar.
“Como no tengo amigos -los cuales ya quisiera- fabrico junto a la Barbarita chocolates de casa, los cuales embolsamos para luego venderlos a $100 pesos cada uno y de ahí los voy a vender a los pensionados del centro de pagos. Así me entretengo, puedo conocer gente y hablar con alguien en el día, mientras mi hija va al colegio” nos cuenta don Sergio, con algo de dificultad al hablar; lo que sumado a un problema a la vista, su hipertensión, reflujo y anemia -entre otras secuelas por su enfermedad- nos sirven para entenderlo y admirarlo aún más. Y más aún al saber que desde su citado domicilio ha de emplear casi dos horas hasta llegar a su “punto de venta” de calle Lagos. “Me cuesta desplazarme, pero no me hago problema. Me ayudo de un bastón y una prótesis que tengo. A veces me salen los perros a ladrar. La lluvia me moja entero. O el frío trata de ganármela, pero no le aflojo. Me levanto todos los días para ayudarle a mi hija en sus cosas. Aunque ella muchas veces me ayuda más, ya que igual no soy muy rápido para todo” indica Fuentealba esbozando una sonrisa, la cual logra minimizar los “tremendos problemas” que cualquier persona “normal” pueda tener.
Hija
Es inevitable el conocer y tratar de entender como este padre discapacitado ha de poder -no solo llevar su casa- sino además criar a una niña que está al borde de la adolescencia. Para ello Sergio Fuentealba le relató a Las Noticias lo siguiente. “Con mi hija tenemos una muy buena relación, tanto como papá y amigo. Conversamos de todo. Incluso de lo que se le vendrá producto de su edad. Ella me escucha y nos entendemos del todo. Acá nos ayudamos a hacer las cosas y como puedo trato de ayudarla con sus tareas” acotó dejando manifestando que lamentablemente su hija está peligrando en perder su año escolar, debido al bajo rendimiento que ha mostrado en algunas materias y por la convivencia que ha de llevar con el resto de sus compañeros y compañeras del Colegio Santa Cruz de Victoria.
“Lamentablemente debo decirle que mi hija me ha dicho que se siente discriminada por el resto de sus compañeros de curso. Eso me apena más aún tratándose de un colegio católico. Pero yo le hago saber que yo pago sagradamente su mensualidad. Me dice que tan solo tiene una amiga con la que conversa y juega. Hoy le está yendo mal en matemáticas, sociedad y naturaleza, pero debo reconocer que Bárbara es floja para estudiar, por lo que siempre estoy diciéndole que se aplique más y que solo los estudios la podrán sacar adelante” explica este padre mientras se escucha el ruido de la lavadora que funciona a máxima carga, quien amplía su testimonio diciendo que “tengo una muy buena vecina que viene a hacernos el aseo, ve a mi hija y habla con ella.
Para eso yo le pago, ya que gracias a mi padre quien me dejó una pensión por invalidez puedo hacerlo y darnos algunos lujitos como tener televisión por cable, ya que así nos entretenemos y por mi parte no me siento tan solo, pero el resto de la plata es para pagar el colegio, el furgón escolar, las cuentas, alimentarnos y en donde más se me va el dinero es en la cantidad de remedios que debo comprar para mantener mi salud, pero que le vamos a hacer.. así es la vida e igualmente me siento feliz con lo que Dios me dio. La vida y mi hija a quien amo y es todo para mí” concluyó el “padre símbolo” de Victoria, mientras se aprestaba para recorrer las veinticinco cuadras entre su casa y su “lugar de trabajo”, cargando un simple bolso con chocolates artesanales, más un gastado cartón unido a un cordel al cuello que dice “Chocolates de casa…$100 la bolsita”.

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