
Durante mucho tiempo, la actividad cultural fue considerada como una cuestión complementaria a otras estimadas más importantes. Fue como el arroz graneado o la guinda de las tortas institucionales. Afortunadamente en los sucesivos gobiernos de la Concertación, se saldó esa gran deuda con los artistas y creadores chilenos. Se creó una institucionalidad que en líneas generales funcionó bien. Disciplinas como el cine, la literatura o el teatro, recibieron respaldos significativos, lo que derivó en el nacimiento de una corriente creativa de grandes proporciones.
La inserción de Chile en el planeta, ha sido precedida por la obra de sus más grandes creadores. Así por ejemplo, versos del Premio Nóbel Pablo Neruda adornan murales gigantescos en el Aeropuerto Internacional de Barajas en Madrid, la música de Víctor Jara o Violeta Parra, es interpretada por los mas grandes artistas del mundo, el film La Nana es considerada como una gran obra en los principales Festivales del Mundo, por sólo citar algunos ejemplos que ilustran con prestancia la afirmación en comento.
Debemos estar orgullosos de lo obrado por nuestras autoridades en esta materia y esperar que las políticas de estado continúen manifestándose con la misma o mayor intensidad en los próximos períodos, para el bien de Chile y los chilenos.
En el plano local, esperemos que la organización y gestión de las actividades culturales se compadezca con el nivel de inversión y de infraestructura, que se ha resuelto implementar en nuestra ciudad.
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