JOHANNESBURGO -- El fútbol japonés, gran desconocido en Occidente y que únicamente se había dejado notar en el Mundial que disputó como anfitrión en 2002, ha alcanzado la mayoría de edad al llegar a los octavos de final del torneo de Sudáfrica, en la mejor participación de su historia fuera de su territorio.
La selección japonesa se ha clasificado como segunda de su grupo, por detrás de Holanda y por delante de las ya eliminadas Dinamarca y Camerún.
Prueba de su mejora no es sólo la clasificación, sino la imagen ofrecida en el partido del todo o nada que disputó en la noche del jueves en Rustenburgo ante Dinamarca, a la que ganó por 3-1.
La calidad de los tres goles de Japón en este partido demuestran el salto adelante del equipo que dirige Tasekhi Okada, el mismo técnico que entrenó a la selección japonesa en el primer Mundial que disputaba en su historia, el de 1998 en Francia.
Okada afirmó antes de este Mundial que su equipo viajaba a Sudáfrica para estar en semifinales y en la actualidad se encuentra a tan sólo 180 minutos de conseguirlo, aunque para ello deberá superar a la complicada selección de Paraguay en el encuentro de octavos de final que ambos equipos disputarán el martes en Pretoria, a la espera de conocer, todavía, el hipotético rival en cuartos.
Para llegar a los octavos de final, Japón necesitó ganar en el primer encuentro a Camerún (1-0) y tras la derrota contra Holanda en el segundo por el mismo marcador, se lo jugaba todo a una carta ante Dinamarca. El vencedor se metía en octavos, aunque a los japonenses les valía el empate ante los daneses.
La victoria por 3-1 fue lograda con tres goles de muy bella factura, los dos primeros de falta directa por medio de Honda y Endo que demostraron ser grandes especialistas en este tipo de lanzamiento.
Todavía no se había disputado la primera media hora de partido, cuando los dos atacantes japoneses habían demostrado que su técnica es más que depurada.
Tras el 2-1, llegó el tercer gol danés logrado por Okazaki tras un magistral pase de Honda, el jugador que más ha brillado en el equipo en este Mundial.
Ese marcador refleja la evolución del fútbol japonés en los últimos tiempos, en la que ha tenido una trascendencia especial la condición de anfitrión de hace ocho años.
El de Japón es un ejemplo, idéntico al de Estados Unidos tras ser anfitrión del torneo de 1994, de cómo un país sabe aprovechar la celebración del torneo para dar un paso firme en la mejora de su fútbol y de su selección.
En cualquier caso, Japón disputa en estos momentos su cuarto Mundial, todos ellos consecutivos, y su mejor clasificación fue el noveno puesto del torneo que acogió en su país al quedar eliminado en octavos de final contra Turquía (0-1). Previamente había empatado con Bélgica (2-2) y ganó a Rusia y Túnez por 1-0.
El resto de sus aventuras mundialistas se cerraron con mucha más pena que gloria, ya que en 1998, en la primera experiencia de Okada con el equipo, los japoneses se marcharon a casa con tres derrotas, todas ellas por la mínima, ante Argentina, Croacia y Jamaica.
Su último Mundial, el de Alemania, tampoco fue brillante puesto que sumó un sólo punto en tres encuentros.
Ahora Japón sueña con superar a la difícil selección de Paraguay, primera en el grupo en el que Italia ha quedado eliminada, y frente a la que podría obtener el mejor registro de su historia mundialista.
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