Victoria.- (Marta Parra) El 3 de octubre cada año, los funcionarios hospitalarios del país, celebramos el “Día del Hospital”... Como un recuerdo al primer Hospital de Chile, hoy me gustaría hacer algo diferente, recordar las vivencias, de los que permanecimos, allí, más que en nuestros hogares, y llamamos con algo de egoísmo “nuestro”… Hospital… muchos… los que le dieron “mística” y entrega que la comunidad de alguna manera, "echa de menos".
Hoy, como dice la canción “tenemos nueva casa”… pero eso no nos hace olvidar a esa otra, donde hacíamos “camino al andar”, cuando los cirujanos preguntaban “¿hasta que hora es su turno?” y la enfermera contestaba “hasta cuando sea necesario”. ¿Cómo olvidar al propio Padre Laureano Muñoz… desde el antiguo pensionado se veían sus sotanas “volar” … al ser llamado por algún ex - alumno.? ¿Como olvidar a aquellas paramédicos tan sensibles hacia los adultos mayores, tan eficientes en sus cuidados, como María L. Beyries por ejemplo, entre otras tantas/os.
Muchos llegamos muy jóvenes: Méd. Leonardo Parodi, Sonia Palma, Méd. Eduardo Burgos, Yolanda Carrasco, Méd. Ricardo Villablanca, Berta Navarrete, Méd. Dragomir Arancibia, Marta Pino, yo misma y otros, que, en el tiempo albergamos un extraño arraigo con la institución, por encima de intereses privados y personales. Sin darnos cuenta tal vez, en que momento cambia la mirada casi imperceptiblemente del frío ser “funcionario”, a ser parte de la “familia hospitalaria”, como decía el méd. Rodolfo Rogazy M., un hombre cuya calidad humana, es indiscutible y jamás superada hacia sus colaboradores, muchas veces nos quejamos por no ser comprendidos por nuestros usuarios, es que ellos se quedaron con aquel “otro” funcionario; que dejaba los problemas en su casa, y estaba siempre sonriente, y atento. En lo personal siento que la infraestructura no es lo que marca la calidad en la atención; que el liderazgo…. es como el movimiento…. se prueba andando. Creo que es más válido jugar por eso que por una cuota política, por ejemplo. Creo firmemente en todos los funcionarios, de nuestro Hospital, especialmente en los que hemos envejecido dando nuestro mejor esfuerzo a la institución.
Lo importante es el reconocimiento de la gente, el usuario sí sabe. Creo que a veces duele, o demora, pero rinde finalmente los frutos. Aún creo en mis sentimientos, en el sendero de la verdad, un sendero difícil, pero noble, cuando una mujer me dice “que Dios la bendiga”, creo en quien soy, en quien a pesar de las derrotas no tengo intenciones de dejar de ser, vuelve a renacer mi sueño, el magnífico sueño que seguiré construyendo hasta que no me queden más fuerzas siento que cada quien tiene un destino, una historia, que quiéranlo o no, dejará huella. Admiro a algunos y trato de seguir sus pasos. Aún tengo ganas de dar. Creo en mi esfuerzo y en mis ganas de crecer, en la vida, y en la magia con la que toca todas las cosas, en un futuro de recompensa para quienes afrontan el desafío de ser fieles a sí mismos, forjado en el Hospital. Me doy ánimo sola, sobre todo cuando caigo, cuando no tengo fuerzas, cuando el viento sopla y mis velas ceden, sigo creyendo en aguantar y en volver con todas mis fuerzas para seguir creyendo, seguir andando, y seguir viviendo. Creo en los sentimientos que pueden hacer de cada día un sol distinto y por supuesto, en el modo indescriptible de estar parado ante la vida; en el Hospital he aprendido, que no se deben acumular rencores, que es posible reivindicarse después de uno, que no es malo equivocarse, lo malo es no asumirlo, ni remediarlo, que la mejor arma en salud es aparte del conocimiento la sonrisa, el trato amable y la mejor estrategia es ser cada día mejor que el anterior, que la gestión debe ser apoyada por los conocimientos. Que para ser un buen servidor público se necesitan obras más que razones; que es necesario predicar con el ejemplo.
Quiero en éste aniversario saludar a cada uno de los funcionarios del Hospital, darles las gracias, por permitirme ser parte de ellos y a cada uno de los miembros de la comunidad victoriense, que me acogió y donde se desarrollaron lazos irreductibles. Felicidades para toda nuestra “Familia Hospitalaria”…. Va a ser ¿Un tres de Octubre como pocos verdad? Transcurre el tiempo, de manera tan vertiginosa como excitante, quiero de verdad tener el corazón abierto. Hasta que la vida se me vaya, como decía mi padre, con las botas puestas…
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