miércoles, 3 de septiembre de 2008

"Un hombre bueno " Escribe Jaime Quintana L. Diputado.


El objetivo de Juan Bustos Ramírez, cuando en marzo de este año asumió la presidencia de la Cámara de Diputados, era recuperar el prestigio de la política y los políticos, empresa no menor si observamos el desencanto generalizado de la ciudadanía en estos tiempos y fundamentalmente de los más jóvenes. Entonces, ¿cómo lograrlo? Sin duda, dando el ejemplo.
De cuna humilde en el barrio Brasil llega a graduarse con honores tanto en el Instituto Nacional como en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile; luego estudia becado en España y Alemania, países donde tempranamente se reconoce al penalista talentoso y cosecha amistades que salvarán su vida cuando sufre el destierro y la cárcel.
A pesar de ser el período emocional más difícil de su vida, los años de exilio, dan como fruto gran parte de la bibliografía más importante de su carrera, entre las que destaca una magnífica exposición general del derecho penal como lo señala Eugenio Zaffaroni, Ministro de la Corte Suprema Argentina, quien además lo identifica como uno de los pioneros de la renovación de la dogmática penal en América Latina.
Al volver a nuestro país se incorpora activamente a la defensa de los derechos humanos y a la vida académica, así es como a mediados de los 90, en su paso por nuestra región, tengo el honor de haberme contado entre sus alumnos y luego haber compartido dos de sus tres períodos parlamentarios. El profesor Bustos es el intelectual que supo que los rigores de la ciencia no riñen con el compromiso social, demostró con su vida que los saberes académicos no son contradictorios con la ideología y que no hace falta esconderse tras la neutralidad para ser un científico auténtico.
Juan Bustos fue definido unánimemente como un hombre bueno, sabio, sencillo, sin rencores y capaz de perdonar: recibió no sólo honores de Estado sino también militares, convirtiéndose a sí mismo en síntesis y amalgama de nuestra historia reciente

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