martes, 9 de junio de 2015
Villa Los Andes: el sector más olvidado de Angol
- No tienen pavimento, carecen de grifos en buen estado y la conectividad es pésima.Angol.- (Rodrigo Zurita)
Basta llegar hasta Villa Los Andes, para darse cuenta, sin ser un experto en materias de construcción y urbanismo, que este sector es lejos el más olvidado y carente de Angol, sin considerar que debe ser uno de los más riesgosos, en términos de construcción de las viviendas y equipamiento.
Con casas que se encuentran en constante peligro de derrumbe, debido a la mala compactación de los terrenos cuando se construyó este sector, veredas cuyo peligro de colapso es inminente, con grifos que sólo sirven de adorno, ya que no cuentan con la presión necesaria o simplemente carecen de agua y con la totalidad de sus calles sin pavimentar, transformadas en días de lluvia en verdaderas trampas de barro y agua. La villa Los Andes, es, sin lugar a dudas, el sector más olvidado de Angol, en el cual sus habitantes, al contrario de atesorar un sentimiento de felicidad y satisfacción de la mayoría de las personas que han conseguido el sueño de su casa propia, conviven con la frustración de una población hecha sin las condiciones mínimas de seguridad, con el temor constante a un deslizamiento de tierra, principalmente durante los meses de lluvias y con la desazón de sentirse olvidados, relegados y marginados a un lugar que parece tierra de nadie y donde el progreso y la modernidad tampoco alcanza a llegar.
CONSTRUCCIÓN
Villa Los Andes se construyó en el año 2007, albergando a casi un centenar de familias y parece inexplicable, como en ese entonces las autoridades permitieron la entrega de una población, cuyas viviendas se encontraban asentadas sobre precarios terraplenes de tierra, mal compactados, sin las medidas mínimas de seguridad para evitar deslizamientos de tierra y erosión en los terrenos.
Hoy, los habitantes del sector, viven y sufren el error de las autoridades de esa época, quienes por una falta de pulcritud y la inconciencia de los profesionales a cargo de la obra, generaron uno de los peores legados para la comuna de Angol.
En este lugar, el municipio de Angol ha debido gastar cientos de millones de pesos en cemento, pero no para pavimentar las calles como se ha hecho en otros sectores, sino más bien en la construcción de muros de contención, que impidan deslizamientos de tierra y la debilitación de las viviendas.
CALLES
Basta transitar por sus calles de tierra y piedras, para darse cuenta que del mal estado de ellas y del porque la locomoción colectiva no quieren ir allá, cobrando, aquellos que se atreven a subir, sumas superiores a los dos mil quinientos pesos. Ni hablar de furgones escolares ni micros e incluso ha habido ocasiones en que vehículo de emergencia se han visto imposibilitados de llegar debido al mal estado de las calles y lo pronunciado de sus accesos.
Katherine Muñoz, una de las vecinas de Villa Los Andes, que actualmente sufre con la caída de uno de los muros de contención que resguardaban el terreno en que se encuentra su vivienda, asegura que sólo quiere irse de ahí y que si el gobierno o el municipio la pudiera instalar en otro lado ella sería muy feliz junto a su familia. “Nosotros vivimos todos los días con el temor que se nos derrumbe la casa. Además nosotros para llegar acá debemos esperar que algún colectivero de buena voluntad nos venga a dejar acá y nos cobre de 2.500 pesos hacia arriba. Cuando llueve no tenemos ninguna opción. Nosotros, en broma, no nos queda otra, comentamos que le queremos cambiar nombre a la villa y ponerle Villa Esperanza, porque tenemos la esperanza que las autoridades algún día nos escuchen y nos ayuden”, manifestó.
OLVIDADOS
Asimismo, otros vecinos, cuyos nombres prefieren no dar a conocer, manifiestan que “aquí llegan las autoridades sólo a pedir el voto y algunos ni siquiera a eso vienen. Somos los más olvidados de Angol, parecemos enfermos terminales…llegan aquí, nos miran, evalúan, sacan fotos y seguramente después dicen que la inversión es mucha o que no hay mucho que hacer y prefieren dar la media vuelta y no volver más”, me comenta un vecino mientras entra leña bajo la lluvia.
Problemas más, problemas menos, soluciones más, soluciones menos, lo único cierto es que estos pobladores no eligieron vivir así, no fue por esto por lo que ahorraron o con lo que soñaron, pero es una verdad, una población que está presente y que, por lo menos, debería servir para que quienes hoy tienen la responsabilidad de fiscalizar la construcción de viviendas, por humildes que sean, tomen conciencia que una mala decisión genera un enorme daño en cientos de personas, las cuales han visto transformarse uno de los sueños más sensible de toda persona, en la peor pesadilla, de la cual les será muy difícil despertar.
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