Araucanía.- Hace poco días un informe reveló que nuestro país se está quedando atrás en su afán de potenciarse como destino turístico, por lo que el impacto de tal análisis, obviamente que ha de repercutir en todas las regiones del país, incluida la nuestra que tiene o pretende tener una clara vocación turística. El factor que determina esta realidad es la escasa asignación presupuestaria que destina Chile a la promoción turística, lo que se vio agudizado con el deterioro que sufrió la imagen del país a consecuencia del terremoto del 27 de febrero de 2010 y cuyas repercusiones aún se dejan sentir en la industria sin chimenea. A la luz de esa realidad, la Región de La Araucanía no es la excepción a la regla y hace bastantes años que no logra cifras de crecimiento atractivas, que incluso en algún momento eran siempre mejores que el promedio nacional, y bien podríamos concluir que el sector turismo ha sufrido un serio estancamiento, que ni siquiera las recientes campañas de promoción han podido revertir.
Por ello es que la Novena Región ha perdido mucho terreno en su afán de proyectar y potenciar su oferta e imagen turística y peor aún, definitivamente se ha estigmatizado como una región cara, con muchas carencias en infraestructura y una serie de otras situaciones que se han convertido en verdaderos obstáculos para el crecimiento de esta actividad. Más inquieta que los empresarios del sector, agrupados en diversos referentes gremiales, siguen demostrando escasa capacidad para asociarse y una actitud muy distante para mediatizar sus inquietudes, aspiraciones y proyecciones. Claro que en esta época menos reacción obtendremos de ellos porque se encuentran cada uno en su negocio, aprovechando la bonanza de la temporada alta, pero nos gustaría verlos pensando en el futuro del sector turismo de manera colectiva, definiendo metas, participando más activamente en una relación con el sector público y por cierto, detallando públicamente qué opinión tienen de la labor de Sernatur, de las políticas que se han implementado y los efectos que estas han generado.
El turismo regional -industria relevante a nivel mundial- en algún momento se auto proclamó como la actividad productiva de mayor proyección a nivel planetario, pero ciertamente que esos vaticinios están muy lejos de transformarse en una realidad. Y ante ello debemos ser realistas y decir que La Araucanía no ha sabido sacarle provecho a todo su potencial porque fundamentalmente no ha existido el consenso necesario para establecer u elaborar, una política regional de internacionalización del turismo. Hoy todo sigue traduciéndose a esfuerzos personales. Emprendimientos exitosos de algunos empresarios, pero poco tiene que mostrar este sector en materia de asociatividad y de proyección de mediano y largo plazo. Si las cosas siguen por esa senda, acostumbrémonos a seguir dependiendo de una industria turística regular, que naturalmente no tiene cómo generar una verdadera vocación regional orientada a esta actividad. Si cambian y se asume que el turismo es efectivamente uno de los ejes fundamentales de la estrategia regional de desarrollo, definida y priorizada por el Gobierno, quizás podamos comenzar a ver cambios y transformaciones, pero hoy, la realidad nos lleva a concluir que el turismo está estancado, marcando el paso y con más incertidumbres que certezas
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