Iquique.- Ayer terminó con éxito el rescate de los más de 300 chilenos que se encontraban aislados en la localidad de Aguascalientes en Perú y cuando ya muchos se encuentran en Iquiue esperando el traslado definitivo a sus hogares, hay voces de chilenos que aseguran que no hubo maltrato como se dijo en algún momento, e incluso agradecen la hospitalidad de los dueños de casa.
Así contó a este diario virtual Álvaro Rivas, quien junto a su hermana Claudia y un grupo de amigos, permanecieron desde el lunes en la localidad y dice que, aunque en un principio hubo algún tipo de desorden, luego los peruanos se comportaron a la altura y los ayudaron mucho con la alimentación, alojamiento y salida de la zona que entró en catástrofe luego de días de intensas lluvias.
“Vimos en la prensa que se criticaba mucho y decían que fuimos discriminados en Perú, como que nos trataron mal y quiero desmentir tajantemente eso, porque tanto el gobierno peruano como la policía y los militares allá se portaron muy bien con nosotros. Al principio hubo descoordinación, porque estaba a cargo la municipalidad de Machu Picchu que es muy chica y se vieron sobrepasados por la cantidad de turistas, pero cuando se hizo cargo el gobierno se Perú nos llevaban desayuno, almuerzo, once y cena para todos y llegamos a un estado de sobrealimentación porque nos daban mucha comida. Había de todo”, asegura Rivas.
El joven dice también que en la coordinación de las salidas desde Aguascalientes a Cusco, donde finalmente fueron rescatados, también hubo coordinación y apoyo y si no salieron antes –fueron parte del último grupo en volver- fue únicamente porque se les dio privilegio a los ancianos, mujeres con hijos pequeños y personas enfermas.
“Los helicópteros estuvieron súper organizados los tres últimos días y se portaron súper bien, a diferencia de lo que decían algunos que nos habían tratado mal”.
Sobre los chilenos que reclamaron por la falta de recursos dice que algunos, que fueron los menos, programaron el viaje sólo para un día y dejaron sus cosas en Cusco, por lo que el aislamiento los encontró sin ropa para cambiarse ni dinero.
“Ellos lo pasaron muy mal los primeros días, pero la gran mayoría de los chilenos estaban durmiendo en hostales y tenían cama, tenían baño y ese grupo eran como 50, y no era que estuviéramos pasando hambre ni frío en las noches. Fue al principio porque después el gobierno mandaba comida, agua y nos regalaban las cosas. Los que tenían más recursos podían comprar y aunque había poca variedad, sí había que comer, e incluso para los que no tenían dinero hubo restaurantes que regalaron comida en algunos momentos, y no creo que nadie pueda decir que no tuvo que comer en todo el día, porque siempre había alguien que los ayudaba”, agrega.
Sobre la relación con los otros turistas dice que los primeros días hubo nerviosismo e incluso se registro un incidente con un grupo de peruanos por la instalación de una bandera chile, pero ya después, cuando la información era más clara “todo estaba más tranquilo y la gente tocando música, haciendo fiestas, jugaban a la pelota, hacían partidos entre los países, carreras de sacos, estuvo bien
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