Fue mago del color, y genio de luz y sombra. Capturó el fuego de los tulipanes, el oro de los trigales y lo magistral de las rosas. Pintó todos los personajes de París, hombres y mujeres, dándoles brillo e intensidad. Sus cuadros adornan los grandes museos del mundo y valen una auténtica fortuna. Su nombre: Vincent Van Gogh. En 1890, lleno de sombras como algunos de sus cuadros, Van Gogh se suicidó.
Fue, también, mago del color, y genio de luz y sombra. Plasmó, también en lienzo, la deslumbrante belleza de la naturaleza. Desilusionado, se fue de Europa a Tahití. Allí capturó el encanto de las mujeres y la magnificencia de las flores. Sus cuadros también adornan los grandes museos del mundo y valen una auténtica fortuna. Su nombre: Paul Gaughin. Y también en 1890, lleno de sombras como algunos de sus cuadros, Gaughin intentó suicidarse, aunque no murió hasta 1903. Esta fue la realidad de la vida de dos genios artísticos.
Lamentablemente son muchos los que, llevando vidas activas y al parecer felices, dirigiendo valiosas empresas, viviendo de fiesta en fiesta, recibiendo aplausos y homenajes, viven llenos de sombras. Allá en lo más profundo de su ser la luz está apagada. De ahí las visitas continuas al psiquiatra y las noticias constantes de suicidios.
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