domingo, 17 de agosto de 2008
Nadal ya es de oro. El español vence brillantemente al chileno Fernando González y estrena hoy el 'número uno'
El puño golpeó tres veces al pecho y sobre el pecho a la bandera. Fue un gesto de pasión, el adelanto del cuerpo convertido en cruz sobre la pista y el aviso del campeón emocionado con el himno de su tierra. Rafa Nadal venció ayer al chileno Fernando González por 6-3, 7-6 (2) y 6-3 y se convirtió en el primer tenista español que gana una medalla de oro en unos Juegos. Su brillante puesta en escena, dura, apasionada y plena, fue la mejor embajada del tenis, que busca consolidarse en la gran ceremonia del deporte.
La final estuvo a la altura del codiciado premio. El español, también. Su partido fue el resumen de un año glorioso, excelente en los resultados y genial en las maneras. El mallorquín estrena hoy el número uno mundial y la medalla de oro. Ya es oficial. Nadal es el jefe.
Por momentos, Nadal fue un tenista en la cima de su arte. Se movió como un felino alrededor de las bolas cortas de González y cubrió la pista a lo largo y a lo ancho con el ácido de su golpeo. Para el número uno del mundo, la final olímpica fue la culminación de un año y una semana en constante ascenso. Frente a Starace, en su primer partido del torneo, fue un tenista enfrentado a sus malas sensaciones. Ayer, como casi siempre en su curso soñado, un gigante. Nadal gobernó el partido con su derecha y jugó envuelto por la espesa nube del serrín con el que combate el sudor y la humedad china. Tuvo aplomo ante el abismo, reflejos frente a la impaciencia y un servicio a prueba de inclemencias: no lo cedió nunca, logró cuatro aces y ganó el 86% de los puntos lanzados con su primer saque.
Frente a eso y la fresca tarde, González y el fuego de su derecha. El chileno pudo elegir entre la dimisión y la pelea terminada la primera manga. Su paso por el partido había sido absolutamente intrascendente. Eligió intentar la hombrada. "¡La fuerza está contigo, Feña!", le gritaban los suyos, uniformados, ruidosos y con ganas de juerga. "¡Venga, Chile!", le animaban. Y González crecido. Y González mordiendo. Y González, la bandana persiguiéndole la cabeza a cada carrera, tirando bolas, pelotazos y piedras. Sólo tuvo un problema: la mezcla de sus defectos y virtudes. Mano de Piedra González le llaman cuando también podrían decirle el de la siniestra izquierda: tira bombas con la derecha y globos de agua con el revés.
El chileno, que jugó con una rodilla rodeada de protecciones, eligió con tino el momento de exigencia. Con 6-5 a su favor en la segunda manga, se procuró dos bolas de break que metían el partido en una refriega. Jugó la primera con astucia, poderío e inteligencia. A lo grande. En la segunda le pudo la impaciencia. Dio igual. Las dos oportunidades acabaron devoradas por Nadal, que maneja los momentos de tensión máxima con suficiencia. El español estuvo resuelto. Los dos puntos dejaron el set a un paso de la muerte súbita y decidieron el partido.
La reacción de González favoreció la fiesta, que no necesitaba más motivos. En el palco de autoridades, una fila detrás de Pedro Muñoz, el presidente de la Federación española, doña Sofía observó cómo hasta las manos de Iñaki Urdangarín, duque de Lugo, llegaba un vaso de cerveza a cuenta de la afición. El recipiente viajó de mano en mano entre los gritos entusiasmados de los seguidores -"¡que llegue, que llegue, eh, eh!"- y dio color a una final vivida a ratos con ambiente de Copa Davis. Los chilenos llevaron sus banderas. Los españoles, gargantas vociferantes y trapíos rojos por decenas. Todo quedó congelado por cuatro derechas seguidas que salieron disparadas en busca del gran premio. Besó la raya el último golpe, y despertó en la casi repleta grada un reconocimiento: "¡Grande!".
El año de oro del deporte español ha sido el año dorado de Nadal. El mallorquín se ha impuesto en Roland Garros, Wimbledon y los Juegos. Su racha prodigiosa ha conseguido desbancar del número uno a Roger Federer, un tenista único y genial, capaz de perder en los cuartos de final del torneo individual para luego ganar el oro en dobles con Wawrinka.
Los dos mejores tenistas del mundo tienen nueva cita. El día 25 arranca el Abierto de Estados Unidos. Es una ocasión única. Nadal, el rey de la Villa Olímpica, estrena su trono en un grande.
Un año mágico
- 27 de abril. Rafa Nadal gana la final de Montecarlo ante Roger Federer (7-5 y 7-5).
- 4 de mayo. Derrota a David Ferrer en la final del Conde de Godó (6-1, 4-6 y 6-1).
- 18 de mayo. Victoria sobre Federer en la final de Hamburgo (7-5, 6-7 y 6-3).
- 8 de junio. Cuarto Roland Garros consecutivo tras batir a Federer (6-1, 6-3 y 6-0).
- 15 de junio. Se lleva el torneo London's Club tras ganar al serbio Novak Djokovic (7-6 y 7-5).
- 6 de julio. Logra su primer Wimbledon al derrotar a Federer (6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7).
- 27 de julio. Gana a Nicolas Kiefer en la final de Toronto (6-3 y 6-2).
- Ayer. Primer oro olímpico del tenis español. El mallorquín vence en tres sets al chileno Fernando González (6-3, 7-6 y 6-3).
- Hoy. Llega oficialmente a ser 'número uno' del mundo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario