Victoria.- (ALBERTO FRANCOIS ROSAS, Concejal) Si se analiza la realidad de las comunas más próximas a la nuestra, que muestran significativos índices de crecimiento producto de la inversión pública y en algunos casos privada que en ellas se ha concretado, sin duda una sana envidia es la sensación natural que nos invade al constatar el estancamiento y la triste realidad que nos ofrece Victoria.
En efecto, somos una ciudad sin identidad, sin un itinerario preestablecido y, lo que es más lamentable, sin un espíritu de lucha que desde hace tiempo se viene conformando con las migajas que nos entrega el Gobierno Regional para la implementación de algunos proyectos sin mayor trascendencia y que sólo nos permite acceder a lo que desde siempre he denominado un CRECIMIENTO VEGETATIVO, es decir, un crecimiento basado en proyectos que se reducen sólo a la construcción, ampliación y reparación de viviendas sociales, remodelación de espacios públicos, pavimentación participativa, construcción de gimnasios, sedes sociales, multicanchas, veredas, refugios peatonales, etc, que por cierto son importantes, pero insuficientes para permitir un crecimiento de verdad el cual requiere de proyectos de mayor envergadura. Chile entero ha sido testigo del movimiento social vivido en Aysén y al observar sus peticiones, absolutamente legítimas y donde cada gremio o agrupación tuvo algo que plantear, resulta válido preguntarse cuales serían nuestras demandas en la eventualidad que estas manifestaciones se replicaran en Victoria. ¿ ¿ … ??
Vivimos en una ciudad que debe su nombre a las glorias alcanzadas por Chile en la Guerra del Pacífico, con calles y avenidas que llevan los nombres de las batallas que tuvieron lugar en aquella gesta y de los hombres de armas a quienes les cupo una importante participación en ella. Una ciudad con una colonización de familias suizas, alemanas, italianas, españolas, francesas que supieron imprimir un particular sello merced a su esfuerzo y sacrificio, tanto en las actividades agrícolas como en las productivas y comerciales. Una ciudad con una Escuela Normal que fue un faro del conocimiento humano a través de la formación de muchísimas generaciones de jóvenes venidos de las más diversas latitudes y que fue el bálsamo de inolvidables jornadas culturales que traspasaron sus fronteras y que con justicia dio lugar a que la apodaran Victoria La Culta.
Y sin embargo ese pasado glorioso no lo hemos sabido capitalizar, particularmente en los últimos años. No hemos sido capaces de interpretar correctamente los códigos de la evolución de los tiempos. Hemos sido eficientes en reaccionar frente a lo que no deseamos, pero incapaces de definir y luchar por lo que sí añoramos, característica válida que nos aproxima a la mediocridad y por ello somos lo que somos y estamos donde estamos. Si no cambiamos de actitud no nos queda otra alternativa que continuar esperando lo que por rebalse nos pueda corresponder. Hacemos permanentemente referencia a nuestra ubicación estratégica, pero no la hemos sabido aprovechar y el mejor ejemplo lo tenemos con la modernización de la Ruta 5 Sur, la cual pasó tangencialmente por Victoria, dejando un engendro vial con un acceso que es un monumento a la estupidez y que ningún visitante puede entender.
En definitiva, son varios los temas involucrados con el futuro de Victoria, y en general todos apuntan a que nos consolidemos como una ciudad de servicios, pero como no disponemos de ese concepto matriz que nos permita identificar los caminos a seguir, los gobiernos locales son erráticos y con un alto componente de improvisación, razón por la cual estimo ha llegado el momento de enfrentar este desafío con la rigurosidad, altura de miras y profesionalismo que las circunstancias requieren. Basta ya de farándula, pan y circo. En mi modesta opinión debemos conseguir el concurso de un equipo de expertos que nos asesore en la formulación de un plan estratégico de desarrollo, en cuya elaboración se considere la percepción de la comunidad involucrada a través de mecanismos de participación ciudadana, para finalmente disponer de una carta de navegación victoriense.
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