Victoria.- La tranquila jornada que se vivió el pasado domingo 13 de diciembre, la que se tradujo en que millones de chilenos se volcasen a las urnas para elegir al próximo Mandatario, dejó muchas y sentidas lecciones para cientos de candidatos que quisieron hacerse de un escaño en el Parlamento de la Nación y para quienes quisieron alcanzar la Primera Magistratura. El pueblo nuevamente decidió. Por ello habrá segunda vuelta el próximo 17 de enero. Fecha en que un consolidado Sebastián Piñera deberá enfrentar a un disminuido Eduardo Frei Ruiz-Tagle. El juicio no se aleja de la realidad, puesto que los chilenos -como ha sido la tónica en las últimas elecciones presidenciales- cada vez más se inclinan por querer que la otra mitad de la población, logre el poder y pueda así dirigir los destinos de todo el país. Piñera quedó a tan solo seis puntos de convertirse en el próximo Presidente de Chile. En tanto Frei Ruiz-Tagle -bastante más abajo- necesita cerca de veinte puntos para el mismo fin. De ahí que los votos logrados por sus contendores -Marco Enríquez-Ominami y Jorge Arrate- a esta hora sean considerados no tan solo como valiosos, sino además muy necesarios. El pacto electoral por el que tanto luchó Arrate mucho antes del pasado domingo, hoy Frei quiere hacerlo patente. Creemos que nuevamente el ex mandatario equivocó el rumbo y demuestra el desgaste de la Concertación tras veinte años en el poder.
Enríquez-Ominami por su parte dijo no endosar su inesperada votación, dejando en libertad de conciencia a sus seguidores. Por eso la señal es potente, puesto que tales votos de seguro -sin pacto de por medio- optarán por Piñera, puesto que ambos candidatos hablan de cambio y no de continuismo. También debemos entender y reconocer que los cuatro candidatos siempre han querido buscar el bienestar para todos los chilenos. De eso no tenemos duda. Pero la democracia debe ser para todos y alcanzar para todos por igual. Chile ya muestra una consolidada madurez democrática.
La llamada transición dio paso a un espíritu cívico reconocido en todo el mundo. Es ese sentir el cual debe primar aún más sobre quienes resultaron electos para el Parlamento. Acá no se trató de una batalla fratricida. Juntos funciona el ejercicio democrático. Nadie puede restarse a ello. Acá no hay vencedores ni vencidos. Pero está claro que la soberbia cayó por su propio peso. La altanería fue derrotada. El propio descrédito frente al poder de Dios también. Es por eso que se lamenta que quienes no hayan resultado electos -por que no todos pueden serlo- no puedan a través de esa vía servir a la comunidad. De ahí que pensamos que desde los más diversos frentes que la sociedad puede ofrecer, estos puedan volcar todo aquel empeño y así engrandecer más aún esta Patria ávida de unión, trabajo y progreso.
Felicitamos a todos quienes lograron su cometido en las pasadas elecciones parlamentarias. Por ello desde hoy -como no los exige la comunidad y el sentir informativo- nos convertiremos en fiscalizadores de todas aquellas ofertas de campaña que en su momento se lanzaron por doquier, a favor de captar ese esquivo y necesario voto. Es hora también en que todos los chilenos bien nacidos busquemos lo mejor para nuestro querido Chile y sepamos elegir en conciencia y responsabilidad a la persona que guíe los destinos de millones de compatriotas. Dejemos atrás la mezquindad, odiosidades y descalificaciones. Empujemos juntos este carro llamado Chile.
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