Villarrica.- Juan Raúl Soto Cancino tiene 68 años, 35 años casado, 7 hijos (4 hombres y 3 mujeres), 35 nietos, 6 bisnietos. “Dos de mis hijos viven conmigo”, mientras añade que “una hija mía tiene leucemia y aquí el clima le hizo muy bien”, cuenta.
Es oriundo de Viña del Mar, maestro cocinero por oficio y estudió hasta 8º básico. Llegó a Villarrica hace 10 años. “Ahora trabajo cuidando autitos y gracias a eso tengo mi pancito en la mesa”, recordando que en su primer día de trabajo, en la cuadra del BancoEstado, “me gané 400 pesos. Fui muy feliz porque el kilo de pan costaba 320 pesos”.
Reconoce que el alcalde Pablo Astete “se ha portado muy bien conmigo autorizándome para que buscara una placita, un lugar de trabajo”, por lo que mientras la empresa autorizada cobra por estacionamiento “yo trabajo en la cuadra del registro civil y por la tarde, en la cuadra del Correo del lago”.
Soto Cancino se considera afortunado “porque la gente me prefiere porque me tiene confianza. Hay señores que me dejan hasta las llaves del auto, señoras que me saludan hasta de beso. Fíjese que Frutera La Naranja me regaló una tremenda canasta para Navidad lo que me hizo muy feliz”. Además, fue elegido entre las tres personas que la CGE agasajó y premió con “una fantástica” canasta familiar como regalo.
Nuestro entrevistado dice estar agradecido de todos, también de “taxistas, Carabineros e Investigaciones que me dejan trabajar tranquilo”.
Respecto al accidente que lo tuvo a mal traer meses atrás, cuando fue atropellado por una camioneta roja que luego se dio a la fuga, dice que “no quedé como era antes, me cuesta un poco pero aquí estoy en pie y trabajando. Me he dado fuerza estoy acostumbrado ya”. Nunca supe quién lo atropelló “si fue señora o caballero. Me quedé con el color rojo de la camioneta y llego a soñar con ella”.
Ganarse el aprecio, el cariño y el reconocimiento de la gente no es cosa que se consigue de la noche a la mañana. Juan Raúl Soto Cancino lo consiguió con su trabajo responsable, con su simpatía y permanente buen ánimo.
“El Tata”, como le dicen, es uno de los personajes populares que con más cariño de la gente cuenta. Se lo merece.
Mientras tanto, su vida futura se ve sobre ruedas porque mientras siga cuidando autos nunca le faltará el alimento para la mesa familiar.
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