jueves, 2 de noviembre de 2017

Impacto provocó en Victoria deceso del conocido vecino, Carlos Oyarce Molina

– Fallecimiento provocó consternación en la región, donde el funcionario del SSAN y artista, era conocido por sus famosas telas.
Victoria.- (Manuel Burgos Lagos, perodista) En el correr de este 2017, han dejado de existir en ésta, nuestra Patria Chica, personas de las que sabíamos un pronto o lento desenlace, otras que nos han sorprendido y esta vez , la que motiva esta crónica, nos impactó.. Así ocurrió con el deceso del funcionario del Servicio de Salud Araucanía Norte (SSAN), establecimiento de Curacautín, hijo de Victoria y destacado artista pictórico, seguidor de Alberto Giacometi, Carlos Tomás Oyarce Molina, quien falleció, a la edad de 65 años, cuando dormía con uno de sus nietos, sueño del que nunca más despertó, pero hermoso para cualquier abuelo que se marcha, teniendo entrelazados en sus brazos a algo tan precioso, como el filial afecto que dispensamos a nuestra descendencia. DESEABA JUBILAR Casado, tres hijas, el popular “Cary”, como le llamaban en su entorno, confidenció tiempo atrás que se hallaba cansado, que había presentado sus papeles para acogerse a jubilación y que deseaba viajar, en especial, a esa nación helvética, donde se premunía de tintas y pinturas para las numerosas obras visuales que se hallan en toda La Araucanía, con su firma ya famosa… La comunidad local, como de la precordillerana localidad citada, de autoridades del SSAN, delegaciones de planteles educacionales donde estudian sus nietos, se dieron cita en gran número, el jueves 26 de Octubre pasado, para asistir a su Misa de Funeral, a las 16 horas, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y despedir sus restos. “ENCOMIENDO MI ALMA” La Santa Eucaristía la celebró su párroco, presbítero René Riquelme Fuentes, acompañado del diácono de la Parroquia San Pedro de Curacautín y amigo de toda una vida del fallecido, Héctor Quilodrán Guzmán, recordando el sacerdote a Jesús, cuando en su hora póstuma del madero dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi alma”… y esto es lo que hacemos: encomendar su alma, en las Manos de Dios, de este Padre que es nuestro”, mientras, sus sobrinas Karina Bustamante y Stephanie Dufey, tenían a su cargo la Lectura y Salmo del día, y el diácono, la Proclamación del Santo Evangelio, según San Juan; en la parte final, el mismo religioso procedió a asperger con agua bendita los restos del cadáver, recordando al agua con que fue bautizado el Señor y que recibió Carlos Tomás en el mismo sacramento. Al término del Sacrificio Eucarístico, otra de las sobrinas del occiso, cantó uno de los temas que gustaba de escuchar a su tío, entre lágrimas y acompañada de guitarra, para posteriormente, un numeroso cortejo dirigirse al Cementerio de la ciudad y recibir allí, el adiós final y cristiana sepultura.

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