Al alero de la evolución de un pueblo surge espontáneamente el delito y los amigos de lo ajeno. Estos seres son los que dan vida a un espacio marcado por un especial estilo de vida: la cárcel.
En Victoria el año 1894 existían 334 presos, casi todos condenados por robos a mano armada y homicidios, una práctica habitual por aquellos años.
El 7 de marzo de 1895 se escaparon 12 reos, de los cuales nueve eran procesados por homicidio. Ante esa situación, el Gobernador arregló un antiguo galpón del Ejército para establecer una cárcel provisional. Con una cantidad insignificante de recursos «se habilitó un salón como de diez i ocho metros, con camarillas, piso y paredes laterales de madera, de gruesos tablones por dentro y tabla tinglada por fuera; con un pequeño patio de salida; pero ese sitio no era para contener más de 40 reos y la delincuencia en la zona iba in crescendo».
El Periódico El Victoria del 30 de noviembre de 1895, en relación a la construcción de un nuevo edificio para la cárcel de nuestra ciudad, señala: «El viernes 29 de noviembre, como a las 10 A.M. estuvieron en el cuartel de policía el señor Juez Letrado, el señor Gobernador, el arquitecto señor Armando Salinas, enviado por el Ministerio de Obras Públicas, con Don Daniel Aguirre, a quien está encomendada la dirección de los trabajos, Don A. Muñoz, inspeccionando el local en donde se hará la construcción. Según se cuenta el nuevo edificio constará de cuatro grandes calabozos, dos patios, uno para los reos procesados por crímenes o delitos y el otro para los reos que están por faltas. Tendrá así mismo ocho celdas para incomunicados y seis piezas para cuerpo de guardia, escritorio y habitaciones para el Alcalde. El frente lo tendrá por calle Chorrillos».
La demora en la ejecución de los trabajos queda de manifiesto cuando el periódico El Malleco del 2 de marzo de 1904, señala: «Con actividad se prosiguen los trabajos en el galpón que servirá provisoriamente de cárcel mientras se construye en definitiva.» Así es posible apreciar como ocho años después de la visita del arquitecto a cargo de las obras aún no se concluye la obra, debiendo implementar un recinto provisorio que no cumple con las condiciones adecuadas.
En la Memoria de Justicia de 1907 se señala que don Desiderio Jerez es Alcaide de la Cárcel de Victoria, siendo nombrado por Decreto de 10 de noviembre de 1900, con un sueldo anual de $ 1.000. Este año existían en la cárcel 46 reos, los que estaban al cuidado de 2 guardianes segundos y 12 guardianes terceros.
En la Memoria de Justicia del año 1908 se señala que el local que ocupa la cárcel es fiscal. Se componía de un galpón de madera de 26 metros de largo por 6 de ancho, que no reunía las condiciones de seguridad e higiene que debía haber en estos establecimientos. Como no tenía ninguna división, los reos vivían, comían y dormían en común en el suelo raso, pues el calabozo no tenía pavimento de ninguna clase. Carecía en absoluto de todo servicio de higiene. El de escusados se hacía en tinas portátiles que estaban colocadas dentro del propio calabozo. No había talleres ni era posible establecerlos por la estrechez del edificio. El contratista de la alimentación, era don Horacio Parada Benavente.
La población carcelaria al 31 de diciembre de 1908 era de 41 reos y la guardia se componía de 2 guardianes segundos y 12 terceros.
El año 1909 se soluciona, en parte, dos problemas que aquejaban al penal; se contaba con un nuevo edificio y se otorga a los reos la posibilidad de aprender un oficio. Esto, por cuanto el Presidente Montt y el Ministro Domingo Amunategui firman el Decreto N° 1446 del 13 de julio de ese año, que autoriza a la Cárcel de Victoria para implementar un taller de zapatería que sería explotado por E. Humberto Muñoz.
Durante el año 1914 ingresaron a la cárcel 1.127 personas, de las cuales 120 eran extranjeros. Los delitos con más incidencia eran ebriedad (400), hurtos (109), pendencias (44), robo con violencia a las personas (78), cargar armas prohibidas, etc. Llama la atención delitos como: calumnias (32), rapto (17), abandono de hogar (25), hijos desobedientes (8), atropellos (26), tahúres (13) y finalmente un altísimo número de homicidios (35).
El 11 de junio de 1920 es nombrado Alcaide, por Decreto Nº 1277, don Teodoro Segundo Rojas. Entre 1925 y 1926 serviría en este cargo don Alfonso González.
En 1928 se demolió el recientemente entregado edificio de la Cárcel y se acordó una construcción que atienda a las necesidades de esta zona.
Estos son los primeros años de esta institución encargada de cobijar a aquellas personas que han infringido la ley y de generar instancias de rehabilitación para los internos.
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