Si bien cada niño es una realidad particular, desde el punto de vista del desarrollo del lenguaje, todos los menores siguen ciertos parámetros que se pueden considerar, para notar si su evolución se realiza con normalidad. zDesde su nacimiento, cada pequeño tiene su propio proceso de maduración. Este depende de muchos factores: el primero, es la normalidad sensorial y motora para desarrollar el lenguaje; mientras que el segundo es el medio en el cual se desenvuelve el niño. Es distinta la situación de un menor que está todo el día acostado en su cuna sin contacto con otros, del pequeño que tiene más posibilidades de explorar su medio e interactuar con personas», explica Zulema Vivanco S., Directora de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello.
Además -sostiene- es de suma importancia destacar el vínculo que el niño tiene con quien lo cuida: madre, abuela, padre o tía. Esta persona es fundamental para ayudar a desarrollar los procesos lingüísticos, tanto comprensivos como expresivos, al tener mayor cercanía con el pequeño. Desde la perspectiva de la expresión, o lo que el niño dice, los eventos se van desarrollando en forma gradual, igual que la comprensión. Como hechos relevantes se pueden destacar:
Hasta el mes llora o presenta pequeños quejidos o sonidos guturales.
A los dos meses repite la misma sílaba (ba-ba-ba-ba).
A los dos meses vocaliza dos o más sílabas diferentes (ba-ba-ba-da-da-da).
Entre tres y cuatro meses usa sonidos como «p», «b» o «m», los que combina con «o» y «u».
A los seis meses vocaliza a otras personas por propia iniciativa.
Entre los siete y ocho meses utiliza distintos tipos de entonaciones, lo que hace parecer como si vocalizara distintos tipos de oraciones, sin usar palabras verdaderas.
Entre los ocho y los nueve meses usa gestos, como mover la cabeza para decir «sí» o «no».
Entre los nueve y diez meses usa jerga, que se traduce en frases cortas, como expresiones de cuatro o más sílabas, sin palabras verdaderas y con claras manifestaciones de emocionalidad.
Al año trata de imitar nuevas palabras, trata de obtener un objeto usando la voz, señalización y gesto.
Al año y medio usa claramente más palabras que gestos para expresar sus necesidades y deseos, es capaz de imitar oraciones de dos palabras, combinándolas como «papá ven», «aquí está», o .
Cercano a los dos años usa oraciones de tres palabras, como «mi quiere agua», «no toy nojao».
Pasados los dos años usa pronombres personales correctamente, insertándolos en oraciones «¿Vino el papá?», «No vengas tú».
A los dos años y medio nombra por lo menos un color en forma correcta, tiene identidad sexual reconocida frente a la pregunta «¿Eres niño o niña?»
Cercano a los tres años es capaz de relatar experiencias recién pasadas (qué hizo en el jardín, o qué pasó en casa mientras sus padres no estaban).
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