Angol.-(JORGE ABASOLO ARAVENA) Considerado entre los quince mejores economistas del mundo, acá habla del fenómeno populista en América latina, de las expectactivas generadas por el triunfo de Barack Obama y hasta del sector autodenominado “progresista”.
Winston Churchill aseguraba que podía comprenderlo casi todo, pero que la economía desbordaba su entendimiento. Pero, hay que citar esa boutade completa. El viejo zorro británico decía que la economía superaba su entendimiento, pero que comprendía lo suficiente como para saber que desembarazarse de Montaigu Norman sería una operación salutífera, muy necesaria. Recordemos que por entonces Montaigu Norman dirigía el Banco de Inglaterra.
La época de hoy puede ser sindicada como la de los expertos, donde a los economistas se les mira con respeto, pues entre sus deberes están los de explicar fenómenos que superan el entendimiento del lego en la materia. Con el caso de Sebastián Edwards el fenómeno se magnifica, pues es admirado hasta por sus pares, quienes lo eligieron el año 2005 como el Economista del Año.
Edwards es profesor de la clase Henry Ford II en la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), tarea académica que ha compartido con otros menos tradicionales, como participar en el Consejo de Asesores Económicos del llamado “Governator”, Arnold Schwarzenegger, gobernador de California. A todo esto, sus columnas de opinión han aparecido en el “Wall Street Journal”, frecuentemente lo llaman de la CNN para opinar y sus estudios aparecen en las más prestigiosas revistas económicas.
Por esos abundantes pergaminos en el campo económico, su debut literario era esperado con apasionamiento. Y cumplió a cabalidad. A excepción del amargado Camilo Marks, los epítetos y elogios le llovieron más allá de lo esperado en estos casos.
En la entrevista hablamos de literatura, por cierto, pero sin dejar de lado su materia predilecta. Es que no hablar con Edwards de economía, es tan absurdo como viajar a Egipto sin visitar las pirámides...
VIEJO TEMA, VIEJAS PRACTICAS
-Está en boga por estos días el último libro de Alvaro Vargas Llosa acerca del populismo en América latina. Usted escribió también uno acerca de ese tema con Rudi Dornbush. ¿Por qué cree que América Latina sigue siendo tierra fértil para el populismo?
-En América Latina tenemos una enorme capacidad para olvidar la historia, tanto la propia como la ajena. Eso nos lleva a repetir errores y, repetidamente, intentar soluciones políticas y sociales que en el pasado han fracasado. En algunos países de la región se están volviendo a ensayar fórmulas que dan algunos resultados en el corto plazo, y generan enormes costos en el largo plazo. Políticas que con el correr del tiempo generan frustraciones y sufrimientos, y que por décadas han mantenido a los pobres de nuestro continente en la postración y la miseria. Cuando estas políticas populistas se mezclan con el autoritarismo militarizado –como en el caso de Venezuela- la situación es altamente preocupante.
-Cuando Fernando Henrique Cardoso era presidente de Brasil dijo:-“Ahora olvídense de todo lo que escribí como académico, porque la política es otra cosa”. ¿Cree usted que la diferencia entre la academia y la política es tan profunda?
-Yo creo que hay diferencias profundas entre academia y política. Al mismo tiempo creo que la actividad académica crea una capacidad para pensar analíticamente, lo que puede ser muy útil en la política. Fernando Henrique Cardoso fue un gran presidente. Antes había sido un académico de gran distinción.
-¿Qué lo motivó a escribir usted mismo en torno al fenómeno del populismo en América Latina?
-Era un tema que tenía pendiente. Existe una alarmante confusión con respecto al populismo en general, y a Chávez y su populismo bolivariano en particular. Se habla frecuentemente del tema con facilidad, pero resulta que hay pocos estudios sistemáticos, serios y debidamente rigurosos que analicen sus raíces históricas, sus políticas y hasta sus consecuencias. El advenimiento o la aparición de Hugo Chávez, de Evo Morales, de Rafael Correa y otros sólo se puede comprender si se entiende lo que pasó en América latina durante los últimos cuarenta años. En este sentido, se hace imperiosamente necesario empezar a analizar la situación. Y en un análisis exhaustivo, todo esto parte con el fracaso de las políticas intervencionistas y proteccionistas...fracaso que llegó al paroxismo con la crisis de la deuda de principios de la década de los ochenta. En mi libro me voy –incluso- más atrás, específicamente al año 1961. De hecho, el segundo capítulo se titula “De la Alianza para el Progreso al Consenso de Washington”
-¿Cree usted compatibles capitalismo con “progresismo”, al menos en la forma como lo asimilan los políticos latinoamericanos de centro izquierda?
-Un sistema capitalista moderno, basado en la innovación y en el emprendimiento, es absolutamente compatible con una sociedad donde hay una gran movilidad social, la pobreza está superada y la desigualdad es relativamente baja. No hay nada más progresista que defender la libertad individual y rechazar la intromisión del Estado en las decisiones de las personas.
En América latina el Estado sigue siendo enorme, y lo que hace lo hace muy mal. Los autodenominados progresistas latinoamericanos son, en general, nostálgicos, burocráticos y temerosos del cambio. De progresistas no tienen nada.
ESTADOS UNIDOS DESDE LAS ENTRAÑAS
-¿Votó usted por Barack Obama?
-Así es. Voté por Obama, como lo hicieron más de 64 millones de personas.
-Hacía tiempo que un candidato no generaba tantas expectativas...
-Cierto. La elección del senador por Illinois ha generado esperanzas y expectativas pocas veces vistas. Su campaña se basó en la idea de unificar al país, mejorar la imagen internacional de Estados Unidos y darles mayores oportunidades económicas a las familias de bajos recursos.
En los últimos años pocos políticos han estado en una situación similar en las Américas, y los resultados han sido mixtos. Pienso en Vicente Fox, el primer mexicano que rompió el monopolio del PRI, y en Michelle Bachelet, la primera mujer presidenta Presidenta en Chile. Ambos generaron entusiasmo y esperanzas, pero ninguno de ellos satisfizo las expectativas de sus compatriotas, aunque es prematuro para dar un dictamen final sobre la administración de Bachelet.
-Hay quienes ya hablan de que el fenómeno Obama debe tener seguidores o imitadores en Chile...
-Es un absurdo. La elección de Obama –eso sí- tiene una lección muy simple, y a la vez muy poderosa para Chile. Es perfectamente posible entusiasmar a la juventud en temas políticos, sin obligarlos a votar, y sin aprobar leyes de inscripción automática.
-¿Entrará Estados Unidos ahora al protocolo de Kyoto?
-Hasta ahora el rechazo ha sido más bien de los republicanos, aunque no de todos. California, por ejemplo, se ha vuelto muy vanguardista en términos de reducir las emisiones y proteger el medioambiente. No obstante, aún es fuerte la convicción de que Kyoto está mal diseñado. Concede manga ancha a India y a China, que están contaminando demasiado. Y si las medimos por unidad de producto geográfico, son los países que más contaminan.
Creo que con el nuevo gobierno podrá haber apoyo para un Kyoto más equilibrado porque también en Estados Unidos la conciencia ambiental se ha fortalecido manifiestamente.
EN EL CHILE DE HOY
-Diría que el año 2007 fue un año de crecimiento económico mediocre?
-Sí. Tuvimos un crecimiento mediocre. En Chile el año 2007 estuvo influido por una falta de credibilidad y de entusiasmo. Ello explica que la tasa de crecimiento económico haya sido mediocre. Pero es fundamental reconocer que el problema no es qué pasa en un año dado. Lo importante es la tendencia de más largo plazo. Y al pensar en el largo plazo es válido que la gente se pregunte si volveremos a tener una década de crecimiento al 7 por ciento, como en el período 1987-1997. Hace mucho tiempo, en una conferencia en el Instituto de Ingenieros -en el año 2000-, yo dije que era altamente improbable que esto sucediera (ver http://www2.ing.puc.cl/ iing/ed433/ExpoSebastianEdwards.htm)
Hoy día sigo creyendo lo mismo. Para retomar una tasa de crecimiento verdaderamente elevada se requieren cambios económicos y políticos que, aparentemente, no estamos dispuestos a hacer. En cierto modo nuestra situación me recuerda lo que dijo el gran poeta W.H.Auden: “preferimos la ruina antes del cambio”
-¿Se estarán pagando costos de la administración anterior?
-Yo creo que los gobiernos son el resultado del cúmulo y los equilibrios de fuerzas. Creo que Andrés Velasco está dando una pelea fuerte. Ahora bien, ¿tendrá uno que medir el éxito de los ministros de Hacienda por su capacidad de persuasión? Si así fuere, vamos a tener que verlo...
-El año 2000 Andrés Velasco escribió un documento donde decía: “La Concertación debe trepar un último peldaño: romper su adicción al Estado y empezar a alejarse de él” ¿Cree que la Concertación cumplió, en ese sentido?
-No. Ello no ha sucedido. De hecho, las circunstancias han llevado al gobierno de la doctora Bachelet a darle un mayor rol al Estado. Creo, sin embargo, que durante el resto del período presidencial habrá correcciones.
CRITICAS DESDE EL INTERIOR
-Su colega Ricardo Ffrench-Davies acusa que en este gobierno no ha habido crecimiento con equidad. Es más, señala que no ha habido ni crecimiento ni equidad. ¿Le parece muy cruda la crítica, toda vez que proviene de un hombre de la Concertación?
-Efectivamente, hasta ahora el crecimiento ha sido bajo. Pero, como dije, ya empieza a acelerarse. Al mismo tiempo, hay iniciativas legislativas que mejorarán la situación social de los más necesitados. En el largo plazo, sin embargo, el gran motor de la igualdad es un sistema educativo de calidad para todos. Y en esa área, Chile –como el resto de América Latina- sigue muy mal. La triste realidad es que nuestra educación es de pésima calidad. Es trágico. Más grave aún, los proyectos que se han presentado al Parlamento chileno hasta ahora nada hacen para mejorar la situación.
Para mayor información contactar a:
JORGE ABASOLO ARAVENA
jabasoloaravena@gmail.com
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