domingo, 23 de septiembre de 2012

De la Democracia y la participación comunal

Victoria.- (Osvaldo Mandujano Solís) Se dice que se puede saber mucho de un pueblo observando la forma en que se conducen sus representantes. Una ciudad madura que respeta su pasado y se preocupa de su futuro, confiará su destino en manos de autoridades diligentes, dotadas de los conocimientos necesarios para concretar las promesas que de forma responsable se han presentado durante la candidatura. Por el contrario, podemos calificar como un pueblo desinteresado a aquel que privilegia la simpatía y exposición mediática de sus líderes por sobre sus aptitudes y preparación. Desprovistos de cualquier otra cualidad que no sea la de esbozar fácilmente sonrisas, esta clase de políticos a menudo una vez electos son incapaces de dirigir la comuna y al finalizar su periodo evidencian la esterilidad con que se presentó su paso por el sillón del municipio. Quizás la crítica más potente que ha recibido la democracia chilena en los últimos años puede fundarse en el hecho de que el votante medio no siente responsabilidad alguna en la conducción política del país ni mucho menos de su región o comuna, bastándole para emitir su preferencia la mera simpatía que le genere una candidato por sobre otro. Sin embargo, una vez que ha resultado electo su abanderado se sacuden de toda culpa y culminan su injerencia en política sosteniendo que “todos los políticos son lo mismo” en el evento que su elegido meta la pata. Ese manifiesto desinterés que sobre la cosa pública se tiene, es el que ha permitido albergar a perpetuidad, en las distintas magistraturas y cargos, a aquella clase infame de hombres y mujeres que han encontrado en el sufragio un negocio y en la prostitución de sus ideales un medio de subsistencia, preocupándose por un lado de prometer cuanto le permita su conocimiento del lenguaje y por el otro, de desprestigiar a todo aquel que se aventure a entrar en la contienda electoral. Para hacer frente a esa aparente enfermedad social que no permite el mejoramiento de las condiciones de vida de localidades particularmente pobres como la nuestra, existe un antídoto. Requiere eso sí, de un mayor rol de parte de uno de los pilares de la democracia; la participación ciudadana. Somos nosotros quienes organizados a través de diferentes entidades locales, como agrupaciones comunales, clubes deportivos o juntas vecinales podemos ser artífices de la construcción de un futuro más próspero para nuestra ciudad. La participación activa de la ciudadanía juega un rol preponderante en toda democracia, ya sea nutriendo con ideas e inquietudes las instituciones, así como también denunciando malas prácticas o sancionando decisiones sin resultados felices que adopte en el ejercicio de una función o cargo, alguna autoridad. Consciente de esta realidad, don Jorge Saffirio desde un principio ha identificado como pieza fundamental de su campaña la voz de la comunidad. Esa voz se ha manifestado a través de los planteamientos que diversos actores sociales han expresado a lo largo de estos meses y que finalmente, se ha materializado en un programa de gobierno comunal. En él se comprenden los lineamientos que más interesan a la comunidad y cuyo desarrollo será el objetivo primordial durante su periodo edilicio. Asegura dicho programa, tanto la promoción como el respeto al ejercicio de la participación ciudadana, constituyéndose así no sólo en un compromiso sino que además, en una garantía de cumplimiento de la palabra empeñada en campaña. Le invito a reflexionar sobre sus preferencias para esta próxima elección. Muchos de quienes nos hemos involucrado en la candidatura de Jorge no tenemos militancia alguna en partidos políticos, sino que lo hacemos motivados por la convicción sincera, pero a la vez decidida, de impulsar a Victoria hacia un mejor porvenir para todos aquellos que ya sea por nacimiento o adopción, hemos encontrado en esta comuna un lugar para vivir y desarrollarnos de manera armónica y plena. Ese futuro sólo puede obtenerse conjugando el compromiso con la experiencia, que un hombre como Saffirio reúne.

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