Un corcho de más de cien años

Collipulli.- (Mario Grandón Cardenas) Vecinos aseguran que el Alcornoque, ubicado en la esquina de las calles O’Carrol con Lynch, tiene más de cien años; este árbol dio origen hace muchos años también a la nominación de un almacén y bodega de vinos El Corcho, lo que sirvió también para “motejar” a su propietario Oscar Sanhueza Melgarejo como “El Corcho”, un apodo que se hacía con mucho cariño, dado a que don Oscar, hoy fallecido, gozaba de mucha estimación entre sus parroquianos y que no eran pocos.Este árbol de frondoso follaje, forma parte del llamado casco histórico de la ciudad y muchas veces a sido mutilado,(no podado) dado a que su ramaje cubre los cables del tendido eléctrico y la luminaria del sector.-Por muchos años su corteza que produce corcho, fue utilizada por los vecinos para menesteres propios de la función, se cubrían frascos con conservas, se tapaban ollas y otros utensilios.- Eso ya es historia, como también es historia aquello de que a su sombra, han sido muchos los romances que allí se han iniciado.-El nombre científico o latino: Quercus suber.- Nombre común o vulgar: Alcornoque.- En Centroamérica recibe el nombre de Alcornoque, árbol característico de la zona mediterránea, cubierto por una gruesa corteza, que produce el corcho.- Su tamaño es medio o grande y puede alcanzar los 25 metros.- Se asemeja mucho a la encina, de la que sin embargo se distingue fácilmente por su corteza muy gruesa, esponjosa y ligera que recibe el nombre de corcho.- Su corteza es el corcho, muy grueso y agrietado y de color grisáceo. Cuando se extrae, el tronco queda con un aspecto rojizo.- Florece por primavera y a veces de forma difusa hasta el verano y el otoño.- Produce un fruto en bellota alargada y vellosa en el ápice. Cúpula con las escamas inferiores cortas y las superiores alargadas y algo revueltas.– La madera es dura y se ha utilizado en la fabricación de herramientas.- Es finalmente, un Árbol de gran valor ornamental y como tal, por ser prácticamente el único que existe en Collipulli, hay que cuidarlo, protegerlo y no afanarse en sacar su corteza con cuchillo; es un ser vivo, un joven de más de cien años, que debe seguir viviendo en la esquina del Corcho.