sábado, 6 de marzo de 2010

Una inexplicable tardanza

Luego de ocurrido el terremoto de la madrugada del sábado pasado, los dispositivos dispuestos por el gobierno para enfrentar rápidamente el trágico escenario, para muchos fue catalogado una inexplicable tardanza. Lo anterior al ver que desde muy temprano -el día de la tragedia- en la llamada zona cero correspondiente al gran Concepción.
Se produjeron sendos saqueos y pillajes. La alcaldesa de la capital penquista desde muy temprano le solicitaba al ejecutivo, pronta presencia o aumento de dotación policial e incluso el resguardo de la ciudad por parte del Ejército. El llamado tuvo eco demasiado tarde, con los resultados ya conocidos por todos. La descoordinación fue evidente y más aún preocupante puesto que sacó a la luz varios ripios. Hoy fue la naturaleza. Ojalá nunca fuese un conflicto bélico puesto que por lo vista nuestras tropas -como dicen estar siempre listas- al parecer demorarían en llegar al frente. Hoy la Presidenta Michelle Bachelet dijo que después de la guerra “todos somos generales”, eso está muy claro, pero Presidente de la República hay uno solo y es él quien debe demostrar toda su autoridad y ejercicio de la misma en toda su plenitud.
No es posible que hasta hace muy poco aún existan zonas aisladas y compatriotas que deban continuar esperando por algo de ayuda, sumándole a ello el estallido social que se produjo luego del inevitable desabastecimiento y falta de seguridad. Por ello además cuesta entender que nuestro país mantenga y envíe -con una presteza nunca vista- efectivos de las Fuerzas Armadas hasta el lejano y devastado Haití. Acá eso en las primeras horas posteriores al cataclismo no ocurrió. Por otra parte es destacable constar la solidaridad de nuestros países vecinos.
Lo cual refleja que no estamos tan aislados en la región y que tampoco somos poco queridos. En el caso de Bolivia llamó poderosamente la atención del mandatario Evo Morales y sus ministros quienes sin dudarlo donaron la mitad de sus salarios correspondientes a un mes. Aquí en Chile eso no ha ocurrido ni se ha constatado en ninguna de nuestras autoridades parlamentarias. Es más, en lo que respecta a nuestra provincia -salvo excepciones- hoy no es noticia, como ocurrió durante el pasado proceso electoral que fue pan de cada día, ya que los hasta ayer candidatos y hoy flamantes congresistas no han dado luces de estar junto al pueblo que sufre o de conocer por último sus necesidades más básicas, producto de la última tragedia.
Apostamos que ahora ese escenario variará cuando los flashes se enciendan y la efectiva ayuda solidaria de miles y anónimos chilenos sea entregada a las víctimas del terremoto. No podemos dejar de referirnos a la otra parte que quedó al descubierto el pasado sábado 27 de febrero, la cual tiene que ver con el verdadero estado y calidad de las obras públicas y civiles, así como por los servicios básicos por los que millones y millones de chilenos sagradamente pagamos mes a mes. No puede ser que el día de la catástrofe más de medio Chile, se encontrase totalmente incomunicado y no estamos hablando de usuarios comunes y corrientes, sino de los propios organismos de emergencia y de seguridad nacional. Nuestras carreteras y rutas de conexión evidenciaron la dudosa calidad de los materiales utilizados.
Viviendas y edificios nuevos, en el suelo. Lo anterior no puede dejar de provocar que la gente no dude en preguntarse ¿quién está lucrando con todo esto? ¿Quiénes son los responsables de autorizar tales obras? Y finalmente ¿Estamos preparados para enfrentar una tragedia de tal o igual magnitud? Por eso insistimos en tratar de entender la inexplicable tardanza.

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