martes, 16 de marzo de 2010

Grupo solidario de Nueva Imperial instaló panadería móvil para damnificados en Dichato

Nueva Imperial.- Como “un milagro de bondad y cercanía” definió Monseñor Ricardo Ezzati la ejemplar acción solidaria de un grupo de adultos y jóvenes de Nueva Imperial que montaron una panadería móvil y llegaron a Concepción para amasar 6.000 panes diarios para ofrecerlos a miles de damnificados de la zona. Impactados por las noticias a través de la radio y la televisión, un grupo de vecinos y sus familias intercambiaron ideas de cómo ayudar a los que sufrieron el doloroso impacto de un terremoto y un maremoto en la zona costera de Concepción. Todos ellos, ligados a la parroquia San Miguel de esa ciudad de la Novena Región, escucharon con atención la idea de Luis Valle, más conocido como “Luchín”, un hombre de espíritu bondadoso. “Se nos ocurrió la idea de ir a Dichato e instalar una panadería. Algunos consideraron muy osada la iniciativa, pero aunque era difícil, no me desanimé y nos pusimos a trabajar. Llamé a algunos amigos y pronto pedimos el apoyo de Radio Bío Bío para hacer una campaña”, comentó mientras regulaba la temperatura de dos hornos a gas, en uno de los pasillos de casa Betania, donde fueron acogidos con alegría, en la Iglesia de Concepción.
“Conseguimos dos hornos, harina, gas, manteca, sal hasta el agua. Nadie sabía hacer pan en grandes cantidades, de manera que hicimos un llamado y apareció Ernesto Concha, un cocinero con conocimiento de panificador y partimos contentos, animados por el padre Rogelio de la parroquia San Miguel”, relata Luis, Jesús Jara, presidenta de la Junta de Vecinos Nº 15 Santa Teresita y Norma Barriga, vicepresidenta de la misma organización vecinal, ambas dueñas de casa que se sumaron con total entusiasmo al proyecto innovador, dejando por algunos días sus hogares, porque el llamado a la solidaridad y confiadas en Dios, era un imperativo para todos.
Cada día inciaban su trabajo a las 6 de la mañana. A las 10 de la mañana ya estaban las primeras hornadas con un sabroso producto: un pan amasado tipo hamburguesa.
Planificaron su distribución, yendo a campamentos y albergues de Dichato, Tumbes, Talcahuano, Hualpén, Chiguayante, Coronel y Lota (lamentan sólo no haber alcanzado a Arauco, por la distancia). En todos los lugares de emergencia, el gesto fue recibido con alegría por lo que significa el pan para la alimentación básica de una persona.
Diariamente el primer reparto se hizo a las 11 horas y el segundo a las 16 horas, utilizando uno de los vehículos que ellos trajeron, aunque otras veces fueron apoyados por vehículos gestionados por el equipo de Pastoral Social en casa Betania.
En la celebración de la eucaristía del domingo, en el frontis de la catedral, Monseñor Ezzati quiso transmitir su gozo por este servicio tan particular de un grupo de cristianos de Nueva Imperial. “En el marco de celebración de esta eucaristía, quiero darles una buena noticia de la solidaridad y del servicio que tantos hermanos han hecho, en estos días, porque son verdaderos milagros de bondad y de cercanía. En nuestro centro de Betania, convertido en el lugar de recolección, de distribución de víveres y de solidaridad, he podido ver gestos de solidaridad, de muchos jóvenes trabajando cansados, pero felices; he visto un grupo de 11 jóvenes y adultos que vinieron de la parroquia San Miguel de Nueva Imperial y cada día han amasado 6.000 panes para la gente que necesita en campamentos y albergues; he visto en mucho lugares de nuestra diócesis, a las parroquias, a jóvenes y adultos comprometidos en la ayuda fraterna.”
Al llegar a casa Betania, a la entrada hay un lienzo que dice: “Panadería La Esperanza” y unos metros más a la derecha flamea incesante y con fuerza una gigantesca bandera chilena (18 por 12 metros). Son los signos que el grupo de Nueva Imperial quisieron hacer visibles en su gesto solidario. “Movidos por el Señor, traemos esperanza a tantos hermanos nuestros que están sufriendo”, comenta Jesús Jara mientras ordena cientos de panes recién salidos del horno.
El padre Pablo Leiva, Vicario de Pastoral y coordinador de los grupos de jóvenes que ayudan en la emergencia en la Iglesia, manifiesta que éste es “un servicio maravilloso, porque es algo tan concreto como preparar el pan para los que más sufren en estos momentos. Es un gesto extraordinario, porque dejaron casa y familia para llegar con todo, incluso el agua que usan en la elaboración de este alimento. Nosotros como Iglesia los hemos acogido con alegría y los hemos apoyado en todo lo que les falta. Los veo terminar diariamente cansados y exhaustos, pero alegres, con ganas de continuar. Ellos traían carpas para instalarse en Dichato, pero les ofrecimos Betania para su seguridad y darles también un alojamiento más cómodo. Se les ve felices y agradecido. Su generosidad es admirable”.

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