domingo, 18 de mayo de 2008

¡Femicidio!

Esta es una palabra, que ingresó imprevistamente a la práctica lingüística de Chile y muy especialmente a sus medios de comunicación, que en todas partes son los grandes difusores del idioma. Abundaron las «Cartas al Director», en las páginas de los diarios, firmadas por muchos lectores, protestando algunos, ironizando otros y muy pocos analizando con discreción y con mesura el ingreso de esta nueva palabra a nuestro vocabulario.
La Academia también se hizo eco de este asunto. Sin embargo, fiel a sus principios «no impone, sólo propone». Su lema es ofrecer una orientación idiomática, como lo ha señalado periódicamente en sus comunicaciones.
En lo fundamental ha recomendado el uso de «femicidio» y si se quiere de verdad ser respetuoso con el idioma, sugiere en el uso de la palabra ya existente y que equivale a la misma idea: «uxoricidio», que significa «muerte causada a la mujer por su marido». Aquí surgen dos problemas, dignos de ser reflexionados. Primero, el diccionario habla de marido y mujer. Esto es, de matrimonio. Pero si la mujer no es su esposa, sino su conviviente, o amante o simplemente su pareja, como se dice hoy, esa definición resulta limitada. Y segundo, que en virtud de eso, entendemos lo que algunos ocurrentes sugirieron en los diarios: cuando la situación fuese al revés, es decir, la mujer es quien mata al hombre, entonces, siguiendo tal línea de pensamiento, deberíamos crear la palabra «masculicidio». La otra reflexión que nos sugiere «femicidio», es caracterizarla simplemente, como el asesino de una mujer, cualquiera sea su condición como pareja. La necesidad de darle importancia a ese hecho, que se está expresando como una situación nueva y que está creciendo día a día, ha sido en general, una palabra también nueva para provocar una legislación también nueva. Esto es, una legislación con sanciones muy fuertes. Muchos estimamos que por ahí está la singularidad de este nuevo vocablo con un marcado uso en el Chile de hoy. A la Academia Chilena no le cabría sino enviarla a Madrid, para que la RAE la incorpore a su diccionario oficial.

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